Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1082
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Capítulo 1082:
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Uno tras otro, entraron en la sala. En el momento en que empujaron la puerta, los sollozos ahogados de Shari llegaron a sus oídos.
—Elva, no tengas miedo. Ya estoy aquí y nunca volveré a abandonarte —dijo Shari.
Al oír el ruido en la puerta, Shari instintivamente acercó a su hija hacia sí, dirigiendo su mirada protectora hacia la entrada con intensa cautela.
El alivio inundó su rostro cuando Linsey y Dolores aparecieron, y las lágrimas amenazaron con brotar de sus ojos agradecidos.
—Linsey, Dolores —Shari soltó suavemente a Elva y se volvió hacia Linsey, con la voz cargada de emoción—. Linsey, no sé cómo darte las gracias. Sin tu ayuda, no sé qué habría sido de Elva y de mí…
Al darse cuenta de que las lágrimas de su madre comenzaban a brotar de nuevo, la pequeña Elva le puso un pañuelo en la mano a Shari y le susurró: «Mamá, por favor, no llores».
Linsey se adelantó rápidamente con una cálida sonrisa. —Shari, sabes que no necesitamos agradecimientos formales entre nosotras. Lo que importa es que tú y Elva estén a salvo.
Su mirada se posó en la niña pensativa que estaba a su lado. «Mira, incluso Elva te pide que dejes de llorar. ¿No deberías hacer caso a tu sabia hija?».
Una sonrisa tímida se dibujó en el rostro de Shari antes de asentir con renovada determinación. «Tienes toda la razón».
Shari tomó la pequeña mano de Elva entre las suyas y su expresión se volvió seria. —Elva, quiero presentarte a Linsey. Es mi querida amiga desde que íbamos al colegio.
Elva observó a Linsey con atención y luego abrió los labios para hablar en voz baja. —Hola, Linsey.
—Buena chica. —Linsey acarició suavemente el pelo de Elva, fijándose en lo delgada y pequeña que parecía para tener siete años. Los signos de malnutrición eran dolorosamente evidentes.
Tras pensarlo un momento, Linsey se dirigió a Shari. —Por ahora, quédate aquí con Elva y concéntrate en su recuperación. He contratado a dos cuidadoras para vosotras: una se ocupará de ti y la otra cuidará de Elva.
Shari abrió los ojos con incredulidad. Nunca esperó que Linsey llegara tan lejos por ella. Las palabras no podían expresar la gratitud que inundaba su corazón.
Linsey continuó tranquilizándola: «Tampoco tendrás que preocuparte por la seguridad».
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Con Elva presente, evitó mencionar directamente a Harold y Walter. —Haré que mis hombres se turnen cerca de la sala. Ningún visitante indeseado os molestará a ti ni a Elva. —La voz de Linsey siguió siendo suave mientras cubría todos los detalles—. Si necesitas cualquier cosa, solo tienes que decírselo a los cuidadores o a los guardaespaldas. Se encargarán de ello inmediatamente.
Shari se sintió abrumada por tanta amabilidad y se le quebró la voz al tratar de encontrar las palabras adecuadas. —Linsey, no sé cómo agradecerte lo suficiente.
Sintiendo las emociones de su madre, Elva intervino en el momento perfecto. —Linsey, gracias por ayudarnos a mi madre y a mí.
Una cálida sonrisa se dibujó en el rostro de Linsey mientras hacía una pausa pensativa. —Si de verdad quieres darme las gracias, concéntrate en recuperarte y recuperar fuerzas. —Le acarició la cabeza con la mano—. También haré que el médico te haga un examen completo pronto. Tanto si necesitas cirugía como medicación, seguiremos las recomendaciones del médico.
Dolores se recostó en su silla, con voz tranquila pero autoritaria. —Aquí todos somos amigos, no hay necesidad de tanta formalidad. Sea cual sea la dificultad a la que te enfrentes, no dudes en hablar. Nunca te abandonaremos.
Shari esbozó una leve sonrisa, aunque aún brillaban lágrimas en sus ojos.
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