Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1079
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Capítulo 1079:
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«¡Ay! ¿Qué ha sido eso?», gritó Linsey, frotándose el lugar con fingida indignación.
«Para hacerte entrar en razón, obviamente», respondió Dolores con tono enfadado, aunque cariñoso.
Luego su expresión se suavizó. —No olvides quién eres. Eres la diseñadora de renombre de Grester. ¿Quién dice que no puedes triunfar por ti misma? ¡Yo desde luego que no!
Linsey entrecerró los ojos con fingida sospecha. —No hacía falta pegarme para demostrarlo. ¿Hay algún rencor profundo que yo no conozca?
Dolores se rió entre dientes, pero enseguida volvió a ponerse seria. —Mira, aunque no fueras la prometida de Collin, seguirías siendo tú. Valiente. Inteligente. Feroz. ¿Esa fuerza que has demostrado hoy? Era toda tuya. Collin no te ha inculcado ese fuego. Has sido tú.
Cruzó los brazos. —Y si Harold se atreve a volver a comportarse así, puedes desenmascararlo en Internet como Aurora. Deja que la red lo destroce mientras nosotros presentamos una denuncia. Habrás tomado una decisión y yo estaré a tu lado.
Linsey podía sentir la sinceridad de Dolores en cada palabra. La conmovió más de lo que esperaba. Miró a su amiga y le sonrió con calidez. —Tienes mucha razón.
Luego, tras un momento de reflexión en silencio, añadió: —Sinceramente, no sé si habría tenido el valor de dar una paliza a Harold y mandarlo al hospital sin Collin detrás de mí. Pero una cosa es segura: no me habría quedado de brazos cruzados sin hacer nada. Habría intervenido para proteger a Shari.
Dolores sonrió. «Esa es la Linsey que conozco. Audaz y valiente». Levantó la mano y acarició la cabeza de Linsey con cariño.
Linsey volvió a quedarse en silencio, con la mente puesta en las amenazas de Joanne. Ya fuera confiando en su propia fuerza o en la influencia de Collin, una cosa era segura: tenía que proteger a Shari y a Dolores. No podía permitir que los planes de Joanne salieran bien. No mientras ella estuviera allí.
Con la determinación firme y el corazón más ligero, Linsey se cogió del brazo de Dolores. «Ni siquiera te he preguntado: ¿has encontrado un buen lugar?».
En cuanto las palabras salieron de los labios de Linsey, la sonrisa de Dolores se volvió rígida, congelándose en su rostro como pintura agrietada.
Tras una pausa reveladora, forzó una sonrisa y fingió indiferencia. —Todo ha ido bien. He encontrado varias opciones prometedoras.
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Instintivamente, esperaba dejar el tema de lado sin que se profundizara más.
Aunque recuperó rápidamente la compostura, el agudo instinto de Linsey captó ese fugaz cambio en su comportamiento.
«¿Qué pasa?». La pregunta vino acompañada de un ceño cada vez más fruncido, y la voz de Linsey adquirió un tono más serio.
Esa mañana, Dolores había salido prácticamente saltando por la puerta, irradiando entusiasmo. La alegría por planear la celebración del cumpleaños de Dustin había llenado cada fibra de su ser. Este repentino cambio de comportamiento le pareció discordante.
Linsey, que ya se sentía culpable por haber faltado a la cita para buscar el lugar de la fiesta, vio cómo su preocupación se multiplicaba al ver el estado inusual de su amiga.
Al encontrarse con la mirada penetrante de Linsey, Dolores reconoció fácilmente la preocupación que se reflejaba en sus claros ojos. Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras le daba una suave palmada en el brazo a Linsey. —De verdad, estás pensando demasiado. Estoy perfectamente bien.
Linsey frunció aún más el ceño, claramente poco convencida por una respuesta tan despectiva.
Tras sopesar sus opciones durante un momento, observó cómo Dolores mantenía su obstinado silencio antes de jugar su carta ganadora. «Si no me dices la verdad, le pediré a Collin que investigue por mí. Tú mismo dijiste que somos uña y carne. Sus recursos son míos. De una forma u otra, llegaré al fondo de esto».
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