Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1076
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Capítulo 1076:
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En ese momento, un grito de sorpresa atravesó el aire. «¡No puede ser! ¡Es verdad! ¡Mirad! ¡Está prometida con Collin Riley, el fundador de CR Corporation! Es ella la de la foto, ¡no hay duda!».
El corazón de Harold dio un vuelco. Miró con cautela al grupo que se agolpaba alrededor de un teléfono, con las caras iluminadas por el asombro mientras miraban entre Linsey y la pantalla. Una escalofriante sensación de pánico lo invadió.
Uno de los curiosos, disfrutando del drama, se adelantó y le puso el teléfono en la cara a Harold.
Al echar un vistazo a la pantalla, su visión se nubló y su mente se quedó en blanco.
Era una publicación reciente de la cuenta oficial de CR Corporation, escrita en un tono poco habitual y desenfadado, en la que se alababa el romántico vínculo entre el fundador y su prometida. Debajo había una foto muy nítida de la pareja.
El hombre, de una belleza llamativa y con un aire frío y distante, tenía una sutil calidez en la mirada. A su lado se encontraba una mujer, elegante y deslumbrante, cuya radiante sonrisa complementaba a la perfección el aura del hombre.
Harold reconoció a la mujer de la foto al instante y sintió una sacudida de shock.
Tardó un momento en recuperarse, con los ojos muy abiertos por el terror mientras miraba a Linsey a su lado. Forzando una sonrisa débil y temblorosa, trató de ocultar su miedo.
Esta mujer era, sin duda, la prometida del fundador de CR Corporation. Y no solo eso, sino que era evidente que ocupaba un lugar especial en su corazón, por encima de todos los demás.
¿Por qué si no la cuenta oficial de la empresa, que normalmente reservaba sus publicaciones para anuncios comerciales, iba a romper de repente el protocolo para reconocer públicamente a la prometida del fundador?
Las lágrimas brotaron de los ojos de Harold cuando finalmente perdió la compostura.
—¿Y bien? ¿Ya estás convencido? —Una sonrisa fría se dibujó en los labios de Linsey, sin llegar a alcanzar sus ojos.
Si no fuera por su desesperada necesidad de encontrar a la hija de Shari, no habría perdido ni un segundo más en la patética existencia de Harold. Desde que entró en aquella estéril habitación de hospital, Linsey no podía negar el ardiente deseo de venganza que aún corría por sus venas. Una patada rápida no había sido suficiente, sobre todo cuando aquel médico entrometido había intervenido para curar a aquel hombre sin valor. Defender a Shari significaba presionar de verdad a ese imbécil.
—Háblame de tu relación con Shari.
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Harold se quedó sin aliento al pronunciar la pregunta que le había estado carcomiendo.
Llevaba años casado con Shari y nunca había sabido que existía alguien como Linsey en su mundo. Todo lo que Linsey había hecho demostraba que su vínculo era más profundo que una simple amistad. Su feroz lealtad hacia Shari lo decía todo sobre su conexión.
Darse cuenta de ello dejó a Harold dividido entre el arrepentimiento por su ignorancia sobre las relaciones de Shari y el terror ante el castigo que le esperaba.
La mirada de Linsey se llenó de hielo mientras miraba a Harold, y su voz transmitía el frío del invierno.
—Shari y yo éramos muy amigas en la universidad. —Levantó lentamente los párpados y cada palabra sonaba como una campana fúnebre—. Pero déjame dejar algo muy claro. Detesto ver cómo se pisotea a mujeres indefensas. En aquel restaurante, conociera o no a tu víctima, habría intervenido.
Una suave risa escapó de sus labios, aunque no tenía nada de cálida.
«Al fin y al cabo, cuando tu prometido fundó CR Corporation, tú ganaste ciertos privilegios. Hagas lo que hagas, te cruces con quien te cruces, él siempre te respaldará, ¿verdad?».
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