Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1046
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Capítulo 1046:
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Al oír a Dustin separarse de ella con tanta frialdad, Dolores descubrió algo inesperado. La desgarradora angustia para la que se había preparado nunca llegó.
En su lugar, un cansancio profundo se apoderó de ella.
Comprendió que Dustin simplemente estaba tratando de evitar complicaciones.
Joanne esbozó una sutil sonrisa, decidiendo no delatar el engaño de Dustin por el momento.
Linsey no había aceptado trabajar con ella hasta el momento.
Estaba dispuesta a concederle más tiempo para que lo pensara.
Aun así, planeaba hacer algo para que aceptara antes.
—Dustin tiene toda la razón. Hace unos días, Dustin y yo fuimos al cine y vi a Linsey en la sala. Me acerqué a saludarla y fue entonces cuando me presentaron a la Sra. Davidson. —Joanne dio esta explicación con una sonrisa radiante dirigida directamente a Hester.
—Ya veo —respondió Hester por fin, con su recelo disipándose poco a poco. La actitud y las palabras de Joanne sonaban tan sinceras que Hester no pudo dudar de su autenticidad.
Dolores y Dustin sabían que Joanne estaba mintiendo.
Aun así, necesitaban desesperadamente la ayuda de Joanne para mantener el secreto. La ansiedad se retorcía en el estómago de Dolores mientras observaba el engaño sin esfuerzo de Joanne, pero bajo esa inquietud, no podía negar el secreto alivio y la gratitud que la inundaban.
Esta contradicción le pareció a Dolores completamente ridícula y absurda. ¿Cómo se había convertido su relación con Dustin en algo tan complicado?
Volviéndose hacia Dolores, Joanne le preguntó con esa sonrisa ensayada: «Señora Davidson, ¿también está comprando joyas?».
La dependienta que estaba cerca de Dolores esbozó una sonrisa cortés, creyendo claramente que estas clientas se conocían. Sin dudarlo, intervino para explicarle a Joanne la situación de Dolores de form e. «Esta clienta acaba de entrar y aún no ha empezado a mirar».
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Dolores se sintió aliviada. Menos mal que no le había revelado su verdadero propósito a la dependienta. Si lo hubiera hecho, ahora mismo se estaría desarrollando una escena increíblemente incómoda.
Dolores logró esbozar una sonrisa en el momento justo, aunque sus ojos no reflejaban ninguna calidez. «Simplemente estoy dando un paseo».
La emoción se reflejó en la voz de Joanne. «¡Qué oportuno! ¿Podría ayudarme a elegir qué collares me quedan mejor?».
Al oír esta petición, Dolores perdió la compostura y su primer instinto fue negarse.
Hester, que solía ser fría con Dolores, de repente esbozó una sonrisa entusiasta. «Qué idea tan estupenda».
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