Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1036
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Capítulo 1036:
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Hasta que Dustin dio un paso al frente y demostró su valía, a Linsey le costaba confiar plenamente en él.
Collin captó la ansiedad que se reflejaba en el rostro de Linsey y soltó una pequeña risa.
Se acercó y le alisó las arrugas de preocupación de la frente. «Oye, todo va a salir bien. Tengo fe en Dustin y Dolores. Lo resolverán a su debido tiempo».
Bajó la voz y le recordó con ternura: «¿Recuerdas todas las tormentas que capeamos antes de volver a encontrarnos?».
Ese recuerdo hizo que una sonrisa sincera se dibujara en los labios de Linsey, y sus ojos brillaron al encontrar la mirada de Collin. —Tienes razón.
Collin le devolvió la sonrisa. —Y, sinceramente, no todos los baches tienen por qué ser tan dramáticos. Solo quiero que mantengas la esperanza. No dejes que esto te desanime.
A Linsey se le escapó una suave risa. —Si alguien me hubiera dicho que el Sr. Riley resultaría ser tan considerado y sabio, nunca le habría creído.
Collin se tomó su broma con calma y le dedicó una sonrisa amable mientras le ponía una mano tranquilizadora en la espalda. —Tú no eres de las que aceptan los planes de Joanne solo para que ella pueda acercarse a Jeffery. Tú no eres así.
Linsey asintió con la cabeza. —Exacto. Romper una familia está mal, sobre todo ahora que Alicia está embarazada. Aunque Jeffery y yo no siempre hemos estado de acuerdo, nunca podría ayudar a Joanne a romper su familia.
—Nosotros nos encargaremos de las cosas a nuestra manera —respondió Collin con tranquila determinación.
«Si Joanne quiere utilizar el rencor de Hester hacia Dolores como arma, tendremos que ayudar a Hester a ver a Dolores con otros ojos».
Linsey asintió rápida y rotundamente. —¡Por supuesto!
Su mirada se posó en Collin, y una oleada de calor le inundó el pecho al ver su sonrisa tranquila.
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—Muchas gracias, cariño —dijo Linsey en voz baja, con sincera gratitud.
Esas sencillas palabras iluminaron el rostro de Collin. Se inclinó hacia ella y le acarició las mejillas con ternura, bajando la voz hasta casi un susurro. —No, yo también debería darte las gracias. Te agradezco que confíes en mí lo suficiente como para compartir lo que piensas.
Los dos compartieron una sonrisa tranquila e íntima bajo la suave luz de la habitación.
Luego, Collin se inclinó y le dio un suave beso en la frente, con los labios fríos contra la piel de ella.
Linsey cerró los ojos y dejó que el momento la envolviera.
La voz de Collin era poco más que un susurro amoroso. «Dulces sueños».
Cuando llegó la mañana, Linsey se estiró en la cama y se encontró sola.
Se lavó y se dirigió a la sala de estar, donde Dolores estaba sentada, tecleando en su ordenador portátil.
El ruido de sus pasos llamó la atención de Dolores, que se volvió con una sonrisa alegre. —¡Ya te has levantado! Glenda ha preparado el desayuno, ve a por algo antes de que se enfríe. Collin se ha ido con los niños al amanecer. No tengo ni idea de cuáles son sus planes.
Una sombra de confusión cruzó el rostro de Linsey. Sus pensamientos se remontaron a la conversación que había mantenido con Collin la noche anterior. Había pensado que Collin iba a ver a Dustin, pero llevarse a los niños no tenía mucho sentido.
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