Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1025
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Capítulo 1025:
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Dolores no pudo evitar pensar que Jeffery había encontrado una mina de oro: a pesar de su actitud insufrible de hacía años, de alguna manera había encontrado una pareja genuinamente encantadora como Alicia.
Al percibir la atmósfera tranquila y amistosa entre Linsey y ella, Alicia sonrió y se acercó a ellas.
Linsey, al notar los movimientos cuidadosos de Alicia con su vientre embarazado, instintivamente extendió la mano para sostenerla. «Tranquila, no hay prisa», le dijo con dulzura.
Habiendo pasado ella misma por un embarazo, Linsey conocía de primera mano los retos que conllevaba. Aunque Alicia aún no se encontraba en la etapa más agotadora, los constantes cambios físicos podían seguir causándole molestias en cualquier momento. Al fin y al cabo, cada cuerpo gestaba el embarazo de forma diferente.
La empatía natural de Linsey se puso en marcha y no pudo evitar mostrar amabilidad hacia Alicia, cuya presencia cálida y accesible solo lo hacía más fácil.
Más allá de eso, Linsey se negaba a dejar que sus roces pasados con Jeffery empañaran su opinión sobre Alicia.
—Gracias —dijo Alicia en voz baja, apretando la mano de Linsey en señal de agradecimiento.
Si antes solo sentía curiosidad por la hermana de Jeffery, ahora, cara a cara con Linsey, podía sentir el carisma tranquilo y la calidez que irradiaba, lo que la atraía aún más.
La sonrisa de Linsey era cálida y sincera, sin rastro de fingimiento ni orgullo. —Es obvio que Jeffery te quiere y te tiene en gran estima —dijo con tono sincero.
Linsey lanzó una mirada significativa a Jeffery, que estaba detrás de Alicia, y añadió sin rodeos: —Cuando lo conocí hace cuatro años, se comportaba como si fuera el dueño del mundo. Hoy, sin embargo, se ha moderado. Por fin es un poco menos insufrible.
Alicia se echó a reír ante el comentario sincero de Linsey.
Jeffery, sorprendido por su franqueza, parpadeó con sorpresa. Curiosamente, no sintió irritación, solo una pizca de diversión.
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—Linsey, sigues teniendo la misma lengua afilada que hace cuatro años —dijo Jeffery con una risita, con un deje de nostalgia en la voz—. No me extraña que sintiera que algo fallaba estos últimos años. Resulta que echaba de menos tus pullas.
Linsey abrió mucho los ojos y soltó una risita burlona. —Casi lo pides, ¿no?
Dolores intervino con tono burlón. —El señor Lawson ha cambiado mucho. Tiene que ser porque lo tiene completamente comiendo de su mano, señora Lawson.
El sencillo comentario hizo que Alicia y Jeffery se sonrojaran.
Jeffery se sonrojó ligeramente, pero no protestó. En cambio, asintió suavemente. —Alicia es increíble. Siempre ha sido muy paciente conmigo.
«Es mutuo. Jeffery también me trata maravillosamente», explicó Alicia con seriedad, y luego añadió: «Llamarme señora Lawson me parece muy formal. Solo Alicia está bien».
Dolores sonrió ampliamente. «No hay problema, Alicia. Y tú puedes llamarme Dolores».
Las tres mujeres, que congeniaron sin esfuerzo, continuaron charlando mientras deambulaban por la tienda de ropa de hombre, mirando los percheros de camisas y chaquetas elegantes.
Jeffery, el único hombre del grupo, se quedó solo, como era de esperar. No parecía importarle, contento de llevar la bolsa de Alicia y seguirles en silencio, dejando que la conversación fluyera sin interrupciones.
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