Mi esposo millonario: Felices para siempre - Capítulo 1000
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Capítulo 1000:
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Un golpe seco rompió la tranquilidad de la habitación, lo que hizo que Linsey se levantara y se dirigiera a la puerta.
Esperando la entrega del restaurante, se encontró mirando desconcertada a una visitante completamente diferente.
Joanne estaba en la puerta, la misma mujer que se había marchado apenas quince minutos antes.
Joanne sonrió con calidez mientras levantaba una bolsa de papel con soltura. —Señorita Brooks, pensé que quizá no había comido, así que he traído algo del restaurante de abajo.
Linsey arqueó las cejas con sutil sorpresa, aunque su respuesta siguió siendo cortés y educada. —Qué detalle.
En lugar de rechazar el gesto inesperado, aceptó el ofrecimiento, con un comportamiento amable que ocultaba una mirada de cuidadosa evaluación. —¿Quiere pasar?
La inocencia de Joanne parecía natural, su tono denotaba una compostura espontánea. —Ni se le ocurra molestar más. Todos se merecen su tranquilidad.
Su mirada se detuvo significativamente en la bolsa que Linsey sostenía en sus manos.
«No estaba segura de sus preferencias», continuó con aparente naturalidad, «así que elegí una variedad. Espero que haya algo que le guste».
Incluso cuando los pasos de Joanne se desvanecieron por el pasillo, la perplejidad permaneció en la mente de Linsey.
La idea de que esa mujer hubiera vuelto solo para traer comida le parecía inverosímil, casi absurda.
Perdida en sus pensamientos, Linsey bajó la mirada y cerró la puerta tras de sí, regresando al tranquilo santuario de la habitación del hospital.
Los dos hombres volvieron su atención hacia ella.
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Collin fijó la mirada en la bolsa desconocida que ella sostenía y frunció ligeramente el ceño. —Eso no es de donde pediste antes.
Con un sutil gesto de asentimiento, Linsey dejó la bolsa en la mesita de noche y comenzó a desempaquetar su contenido. —La ha traído Joanne.
Desde su posición recostado contra las almohadas del hospital, Gorman soltó una risa burlona. —Collin, tu magnetismo sigue siendo asombroso. Ya ha llegado otra admiradora devota con regalos, lo suficientemente atrevida como para hacer alarde de sus intenciones delante de Linsey. Tengo verdadera curiosidad por saber cuál es tu técnica con las mujeres.
Se estiró perezosamente y añadió con fingida melancolía: —Debe de estar bien. Aquí estoy yo, fiel como un santo todos estos años, sin haber mirado ni una sola vez a otra mujer.
Un músculo se tensó peligrosamente en la mandíbula de Collin.
Su voz se volvió afilada como una navaja. —Ya sabes, pasar días en esta cama de hospital no es excusa para descuidarte por completo. ¿Cuándo fue la última vez que te lavaste los dientes? Toda la habitación huele a basurero.
En lugar de ofenderse, Gorman sonrió aún más, con puro deleite. —Oh, eso es interesante. ¿Nos estamos poniendo un poco celosos? ¿Te enfadas solo porque Linsey ha tenido la amabilidad de ayudarme con el pelo?
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