Mi asistente, mi misteriosa esposa - Capítulo 1349
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Capítulo 1349:
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La cena fue un asunto tenso, con Stella y Leyla ignorándose deliberadamente.
Bailee, afortunadamente, parecía ajena a la tensión, para alivio de Ruby.
Una vez terminada la cena, Eileen guardó algunos ingredientes de la nevera para Bailee y Huey, asegurándose de que tuvieran suficiente para comer durante los próximos días.
Con un brillo decidido en los ojos, Eileen llevó a Gabriela arriba, lista para comenzar la delicada negociación.
—Cariño —comenzó Eileen con suavidad, acomodándose en la cama—. No es seguro que una niña como tú ande con tanto dinero encima. Si la gente equivocada lo ve, podrían intentar quitártelo.
Gabriela hizo una pausa, con el ceño fruncido. Luego dijo: «No pasa nada. ¡Tengo a papá a mi lado! No tengo miedo».
Eileen asintió. «Lo sé, cariño, pero tu papá no puede estar contigo cada segundo de cada día. ¿Y si sales con la abuela u otras personas? No podrían defenderse de los malos, ¿verdad?».
El rostro de Gabriela adoptó una expresión seria. «Entonces dejaré el bolso en casa. De esa manera, nadie sabrá nada de mi dinero».
Eileen se quedó sin palabras por un momento.
Casi quiso decir: «Si lo dejas en casa, yo me lo quedaré». Tras una pausa, dijo con suavidad: «Creo que no es seguro guardar tanto dinero en casa. ¿Y si alguien entra por la ventana cuando no hay nadie y lo roba? Si lo llevas encima, podrías perderlo. Si lo dejas en casa, igual te lo roban».
Gabriela agarró con fuerza su bolso, con la mirada fija en Eileen. Al cabo de un momento, preguntó: «¿Y qué hago entonces?».
—Creo que es más seguro que yo lo guarde por ti —dijo rápidamente Eileen.
La expresión de Gabriela se volvió seria. Miró a Eileen con recelo, completamente convencida de que una vez que el dinero estuviera en posesión de Eileen, ¡no volvería a verlo nunca más!
Eileen sugirió: —Depositaré este dinero en el banco y te daré una tarjeta bancaria. ¿Qué te parece?
Entonces sacó una tarjeta y se la entregó a Gabriela. «Todo el dinero estará en esta tarjeta, y puedes usarla para hacer compras directamente».
«No». Gabriela se alejó un poco. «Eso es solo una tarjeta. No puedo ver el dinero real».
Dudaba de que Eileen realmente depositara el dinero. La profunda desconfianza de Gabriela hacia su propia madre a una edad tan temprana hizo que Eileen se sintiera resignada.
«Eres mi hija. Al final, todos mis bienes irán a ti y a tu hermana pequeña. Así que, en realidad, no importa si deposito este dinero o no. Todo será tuyo algún día. ¿Qué te preocupa?», intentó explicar Eileen. «Debes entender que yo te traje a este mundo. ¿Por qué iba a codiciar una cantidad tan pequeña de tu dinero?».
Los ojos de Gabriela estaban claros mientras miraba a Eileen, y después de un momento, dijo: «¡Cómprame una muñeca!».
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