Luchando por un Amor Imposible: Atrapada en el Dolor - Capítulo 137
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 137:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Gracias, Iceberg», bromeó Betty guiñando un ojo.
«¿Cuánto puedo pagarte para que dejes el apodo?», bromeó Julian, y Leslie y Betty se rieron a carcajadas.
«Lo siento, guapo, pero el apodo se queda».
Terminaron el desayuno y Betty besó a Leslie en la mejilla antes de apresurarse a irse, murmurando que ya llegaba tarde.
—Yo también tengo que irme —declaró Julian, poniéndose de pie.
Leslie frunció el ceño mientras se levantaba bruscamente, colocando las manos en las caderas.
—¿Y adónde crees que vas, marido?
Los labios de Julian se inclinaron hacia arriba.
—Es obvio: voy a trabajar, Les.
—No te lo permito —dijo Leslie, con voz preocupada.
—Creo que deberías tomarte el día libre.
Los ojos de Julian se suavizaron al acortar la distancia entre ellos.
—Leslie, no puedo tomarme el día libre sin más.
Leslie hizo un puchero.
—¡Pero quiero que lo hagas! Creo que realmente lo necesitas. Además, eres el director general, ¿verdad?
Julian se rió de su ternura.
—Razón de más para no faltar al trabajo.
Leslie se apartó de su abrazo y cruzó los brazos, un gesto que hizo que los ojos de Julian se oscurecieran. Leslie notó su mirada y se sonrojó.
—No quiero que vayas a trabajar, y se acabó —dijo con voz autoritaria.
Julian abrió mucho los ojos sorprendido y luego sonrió con aire socarrón.
—Empiezo a gustarme la Leslie mandona.
Leslie sonrió con alegría.
—¿Significa eso que no irás? —suplicó.
—Está bien, no iré, pero trabajaré desde casa, ¿de acuerdo?
«Vale, de acuerdo. Eres una adicta al trabajo», bromeó Leslie.
«Pero te vigilaré de cerca, ¡no te trabajes demasiado!».
Pasaron la tarde en el despacho de Julian en Blackwood Manor. Leslie dudó en entrar al principio; solo había entrado aquí una vez, y estaba lleno de malos recuerdos e imágenes de su pelea. Julian la había atraído hacia sí y la había besado sin sentido encima de su mesa mientras le susurraba que le gustaría borrar todos los malos recuerdos. También le había mostrado el lugar, presentándole todos sus trofeos favoritos del instituto.
Cuando Leslie le había preguntado por la foto de un pequeño Julian y un hombre mayor con un color de pelo similar al suyo, una mirada de dolor había cruzado sus ojos, pero desapareció en un instante.
«Este es mi padre, Fabian Blackwood», había dicho secamente, y el nombre le dejó un sabor amargo en la boca.
«Murió hace unos quince años».
«Siento mucho lo que pasó, Julian», dijo Leslie en voz baja, con los ojos llenos de compasión.
«No pasa nada», la consoló Julian, con un deje de alivio en la voz en lugar de tristeza.
Ahora estaba sentada en un gran sofá, con el pequeño cuerpo encorvado y un lápiz en la mano mientras garabateaba en una hoja de papel A4. Le echó un vistazo, admirando sus rasgos cincelados mientras trabajaba con tanta diligencia y pasión. Se le secó la garganta, y las finas gafas de montura negra que llevaba le daban un aspecto maduro y erudito que aceleró el corazón de Leslie.
«Si sigues mirándome así, puede que me acerque y haga algo al respecto», dijo Julian, y su voz grave y ronca hizo que a Leslie se le pusiera la piel de gallina.
«No sé si alguna vez me cansaré de la voz de este hombre», pensó para sí.
«¿Y si quiero que te acerques y hagas algo al respecto?», bromeó, con una sonrisa juguetona en los labios.
.
.
.