Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 937
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Capítulo 937:
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Cuando Gordon fue enviado al extranjero de niño, se sintió amargado y aislado. Años más tarde, tras conocer a Allison, vivió algunos de los momentos más felices de su vida. Pero ahora se daba cuenta de que todo había cambiado.
Se dijo a sí mismo que necesitaba hacerse más fuerte, lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a su familia. Solo entonces podría convertirse en un protector fiable para Allison, protegiéndola de cualquier peligro.
«Gordon, si necesitas algo, solo tienes que decírmelo», dijo Allison, con los ojos clavados en los suyos. «Si lo que quieres es liberarte de tu familia, puedo ayudarte a encontrar esa libertad».
«No pasa nada», respondió encogiéndose de hombros. «En el peor de los casos, me mantendrán encerrado en casa durante un tiempo y me prohibirán salir. Pero no pasaré hambre ni sed».
Con Allison, Gordon siempre daba la impresión de ser el hermano pequeño amable y de fiar. Desprendía un aire de calma y confianza, y nunca parecía una amenaza.
—Quiero luchar por mi libertad por mi cuenta —dijo Gordon con firmeza. Su mirada clara se encontró con la de Allison—. No te preocupes, Allison. Creceré rápido —añadió con tranquila determinación.
Los acontecimientos en Fleeingland le habían hecho darse cuenta de algo importante. Solo haciéndose más fuerte podría marcar realmente la diferencia. Deseaba que la próxima vez fuera él quien estuviera junto a Allison, no Kellan.
Allison asintió levemente. —De acuerdo. Cuídate —dijo suavemente.
Durante los últimos tres días, ella y Kellan habían trabajado juntos para organizar el regreso de sus subordinados y Amya a Ontdale. Se suponía que Gordon se había ido con Amya hacía dos días, pero insistió en quedarse para irse con ellos.
Allison no esperaba que al final acabaran yéndose por caminos separados.
Gordon asintió. «Lo haré», prometió.
Después de hablar, miró a Kellan.
Kellan estaba ocupado comprando café, pero incluso estando de pie en silencio, irradiaba una presencia abrumadora. Ese aura dominante le venía de forma natural, nacida de la confianza y la fuerza.
Entonces, ¿ese era el tipo de Allison? Gordon se preguntó a sí mismo. En silencio, juró que algún día superaría a Kellan, reemplazándolo en su corazón.
«Adiós, Allison», dijo mientras se daba la vuelta para irse.
La verdad era que no se iba solo para enfrentarse a los regaños de su familia. Se iba para hacerse más fuerte, para madurar rápidamente.
«Adiós», respondió Allison, viéndolo alejarse.
No pudo evitar darse cuenta de que el joven que tenía delante parecía mucho más maduro de lo que había sido antes.
Mientras estaba perdida en sus pensamientos, Kellan se acercó con dos cafés en la mano.
—¿Qué pasa? ¿Ese chico no viene con nosotros? —preguntó con indiferencia.
Le dio a Allison un capuchino y miró la segunda taza. —También le cogí uno a él, pero supongo que ahora no tiene sentido —dijo con voz baja y tranquila.
Los ojos de Kellan siguieron la dirección en la que Gordon había desaparecido, y levantó una ceja con una leve sorpresa. Teniendo en cuenta el comportamiento habitual de Gordon, era inusual que no se quedara cerca de Allison.
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