Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 925
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Capítulo 925:
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Las emociones de Allison estaban en un estado de confusión. Por un lado, se sentía aliviada de que su madre todavía estuviera viva. Por otro, estaba claro que su madre estaba en peligro. «Nadie volverá a hacerte daño», dijo con firmeza. «Solo céntrate en mejorar».
«Gracias…», susurró Lilian débilmente.
Entonces Allison y Kellan salieron de la habitación, dejando a Lilian descansando tranquilamente.
Mientras salían, los pensamientos de Allison eran un lío desordenado. Después de un rato, notó que el rostro de Kellan se había puesto pálido y que sus labios estaban perdiendo color.
«¿Qué pasa?», preguntó Allison, y su primer pensamiento fue para la jeringuilla.
«No te preocupes», respondió Kellan suavemente. «La herida de mi espalda se ha vuelto a abrir. No es nada grave. Me pondré algo de medicina más tarde».
Allison se colocó rápidamente detrás de él.
La sangre había empapado los vendajes y manchado su camisa. La visión de la profunda herida hizo que Allison jadeara sin pensar.
«Vamos», dijo ella, con voz tranquila pero urgente. «Tenemos que limpiar esto. Debes haberte hecho un esguince antes».
Encontró a un miembro del personal que los guió hacia una sala médica.
«Quítate la camisa», le indicó. «Esto puede picar un poco».
«No pasa nada», dijo Kellan asintiendo. «Adelante».
Cuando Kellan se quitó la camisa empapada de sangre y las vendas, se hizo visible su herida en la espalda, que seguía sangrando.
«No te muevas», dijo Allison con firmeza. «Primero te limpiaré y te pondré una nueva venda».
«Está bien», respondió Kellan, mirándola. «No me moveré».
Allison limpió cuidadosamente la herida, con las manos firmes a pesar del dolor en su corazón. La herida era claramente grave, pero Kellan la soportó en silencio, sin quejarse.
«Si te duele, puedes hacérmelo saber», dijo Allison, aplicando suavemente el polvo medicinal. El frío desinfectante contrastaba fuertemente con el calor que emanaba de la herida.
Desde donde estaba tumbado, Kellan podía ver las largas pestañas de Allison mientras trabajaba, su expresión concentrada lo atraía. No pudo evitar aferrarse a esta paz fugaz.
«Muy bien, vamos a vendarte», dijo Allison, alcanzando la gasa.
Intentó vendarlo, pero su postura dificultaba la tarea. Le lanzó una mirada penetrante. —Tienes que soltarme la cintura, o no podré tratar la herida correctamente.
—Entonces no la trates —respondió Kellan con una sonrisa burlona, claramente disfrutando.
—¿En serio? —Allison le pellizcó el costado.
«¡Ay!». Kellan se enderezó instintivamente, y su movimiento tiró de la herida de su costado. Un leve gemido se le escapó. «Allison».
«Llamarme por mi nombre no arreglará nada», bromeó ella, con una sonrisa burlona en los labios. «¿Estás listo para comportarte ahora?».
Sin esperar su respuesta, ella agarró el vendaje y comenzó a envolverlo a su alrededor, con una concentración inquebrantable. Sus manos se movían con la precisión de alguien muy experimentado, pero su mente no podía evitar fijarse en los detalles de su físico. Los planos definidos de su pecho, firmes pero suaves, y las líneas esculpidas que conducían hacia sus caderas llamaron su atención.
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