Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 910
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Capítulo 910:
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No podía entender por qué. Ya fuera Kellan o cualquier otra persona, todos eran tan insignificantes como hormigas, pero Allison elegía protegerlos.
Era muy irónico.
Pero Verruckt no podía reírse.
Porque en el fondo, sabía que no era mejor que esas hormigas en el corazón de Allison.
Allison repetía palabras que irritaban a Verruckt.
«Cada uno de ellos significa mucho para mí».
Recordó algo que Kellan le había dicho una vez años atrás: «Mereces la pena, señorita Clarke».
Esa afirmación había dejado una fuerte huella en Allison. Por eso decidió quedarse, asegurando la evacuación segura de todos los demás antes de enfrentarse a lo que estaba por venir.
No estaba sola en esta lucha.
«No hay nada más que discutir entre nosotros», dijo Allison, mirando fijamente a Verruckt.
No mostraba miedo, solo una férrea determinación de afrontar su destino con él.
Por un breve instante, Verruckt creyó ver cómo la Allison que tenía delante se fundía con la joven de la isla, de hacía años.
En aquel entonces, siempre había luchado contra los investigadores.
Y ahora, luchaba contra él.
Los ojos carmesí de Verruckt parpadearon, ardiendo con intensidad.
«Muy bien, observa de cerca cómo te destruyo y aseguro su final».
No permitiría que Allison volviera a escapar. Incluso si eso significaba descender a los infiernos, él iría con ella.
En el momento en que las palabras salieron de sus labios, tanto Allison como Verruckt lanzaron sus ataques simultáneamente.
¡Bang!
Sus golpes fueron duros, sus movimientos tan rápidos que parecían dejar rastros.
Allison se dio cuenta de que su única oportunidad era la velocidad. No podía dominarlo, así que su única esperanza era ser más rápida.
Pasó a toda velocidad junto a Verruckt, saltando alto para asestar una feroz patada giratoria.
«¿Eso es todo lo que tienes?», se burló Verruckt, bloqueando su patada con el brazo.
Pero Allison había anticipado su movimiento. Rápidamente sacó una daga y se la clavó en el brazo.
¡Thud!
La hoja se hundió en su carne y brotó sangre. El rostro de Verruckt palideció mientras gruñía de dolor y arrojaba a Allison a un lado.
La sangre salpicó el aire.
«¡Vamos, inténtalo de nuevo!», desafió Verruckt con voz fría.
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