Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 818
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Capítulo 818:
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«Te ha costado bastante», dijo, con un frasco de vidrio con un líquido plateado arremolinado entre los dedos.
«¡A por él!», ladró uno de los hombres.
Pero Verruckt simplemente agitó el frasco con un ademán burlón. «Pueden acercarse si quieren, pero les sugiero que se lo piensen dos veces. Si la preciada droga de Josh cae al suelo, ¿cómo explicarán ese desastre?».
Los hombres abrieron los ojos con asombro. Su líder tragó saliva con nerviosismo. «Hablemos de esto, Sr. Shaw. No hay necesidad de violencia».
Verruckt se burló. «¿De verdad? Entonces demuéstralo».
De mala gana, el líder hizo un gesto a sus hombres para que bajaran las armas. «Podemos negociar. Solo baja el frasco».
«¿Y si no lo hago?», se burló Verruckt.
El líder luchó por mantener la calma. «Entonces podría romperse muy fácilmente».
Aunque no estaba seguro del contenido del frasco, Josh había insistido en que era vital.
«Verruckt, rompe eso y no saldrás de aquí con vida. ¿Lo entiendes, verdad?
Era una amenaza clara, pero Verruckt la ignoró, haciendo girar tranquilamente el frasco. «¿Lo quieres? Ven y prueba a cogerlo».
En ese momento, la voz airada de una mujer resonó desde fuera. «¿Qué estáis haciendo todos?». Todos se volvieron.
Fiona estaba allí, furiosa, con su vestido manchado de polvo. Claramente, había escapado sigilosamente.
El líder, que la reconoció al instante, sintió un nudo en el estómago por la ansiedad. «Señorita Smith, este no es lugar para usted», advirtió.
Pero Fiona estaba furiosa. «¡He venido de todos modos! ¿Mi padre te ha enviado a matarlo?».
El líder se vio acorralado, incapaz de hablar libremente. Su silencio era revelador. No se atrevería a actuar sin órdenes.
«Señorita Smith, debería preguntarle al señor Smith. No tengo libertad para hablar de esto».
Su respuesta evasiva no ocultó la verdad. Para Fiona, sus palabras sonaron como una admisión de culpa. Sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa. «¿Qué? ¡Mi padre me ha estado mintiendo!».
Se volvió hacia Verruckt, con los ojos suplicantes. «Lo siento, no tenía ni idea de que mi padre te quisiera muerto. Pero te prometo que no dejaré que eso suceda».
Sabía que el Grupo de la Inmortalidad codiciaba la droga experimental. Debe ser lo que Verruckt tenía en su poder.
«Verruckt, ¿puedes dármela? Si me la entregas, tal vez pueda garantizar tu seguridad».
La única forma que se le ocurrió a Fiona fue intercambiar su seguridad por la droga. Los hombres de negro, desconfiados ante la estatura de Fiona, bajaron cautelosamente sus armas.
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