Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 806
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Capítulo 806:
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«Ha habido conmoción afuera; alguien está herido. ¿Está bien el Sr. Shaw?»
—No se preocupe, está bien —le aseguró Jareth con brusquedad. Sus ojos se dirigieron hacia el pasillo, su actitud tensa e hiperalerta—. Las cosas son caóticas ahí fuera. Te llevaré por el camino secreto.
Echó otra mirada cautelosa a la puerta, su postura rígida, preparado para cualquier cosa.
Allison asintió, siguiéndole el juego. —De acuerdo.
Siguiéndole, llegaron a la entrada del ascensor.
—Sr. Williamson, creo que he visto el ascensor subir antes. ¿Podría venir alguien por aquí? —preguntó Allison, fingiendo estar desconcertada.
En realidad, mantuvo la vista en los números de planta del ascensor. Estaba a pocos segundos de llegar a su nivel.
—Tienes razón. No podemos ir por aquí —murmuró Jareth, dándose cuenta de la situación.
Sin dudarlo, abrió la puerta de la escalera de emergencia que había cerca. «Usaremos la escalera. ¡Vamos!».
Justo cuando se metieron dentro, el ascensor sonó con un suave tintineo. El sonido de unas botas pesadas y decididas llenó el pasillo, un pequeño ejército de agentes bien entrenados.
Jareth se detuvo, escuchando. Su rostro palideció y el sudor le perló en la frente.
Si hubieran ido un paso más lento, ¡ya los habrían encontrado y acribillado a balazos!
El ceño de Jareth se frunció aún más al mirar a Allison, que estaba de pie junto a él. Estaba abrazada a la pared, con el cuerpo tenso de miedo, casi como si el mero sonido de las pisadas pudiera hacerla pedazos.
—Alice, tenemos que irnos rápido.
Él dio un codazo a Allison, instándola a acelerar el ritmo de su huida. Pero en el instante en que habló, sus ojos se congelaron.
«Nos han descubierto».
El entrenamiento de Allison en la isla había agudizado sus sentidos. Mientras estaban escondidos, había sintonizado con los más leves ruidos del exterior. En el momento en que la voz de Jareth rompió el silencio, los pasos arrastrados del exterior se detuvieron, pero no retrocedieron.
La verdad era evidente: esos hombres los habían oído. Sin decir palabra, ella agarró a Jareth del brazo y ambos bajaron corriendo las escaleras.
Justo cuando llegaron al rellano, la puerta cortafuegos se abrió de golpe con un estruendo ensordecedor.
«¡Alguien debe de estar aquí!», gritaron los hombres de negro, disparando una ráfaga de balas hacia el oscuro hueco del ascensor.
¡Bang!
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