Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 796
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Capítulo 796:
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Al acercarse a la habitación 1902, Allison hizo una pregunta educada. «¿Es esta la habitación de la Sra. Blake?».
Un hombre dio un paso adelante, su presencia gritaba precaución. «Lo siento, señora, ella no recibe visitas».
Allison cruzó los brazos y miró a los guardaespaldas con fingida ingenuidad. «Si es la Sra. Blake quien me invitó personalmente, ¿seguirán bloqueándome el paso?». Los guardaespaldas no se inmutaron.
«Lo siento, señora. La Sra. Blake no se encuentra bien. Por favor, váyase».
Sus disculpas parecían ensayadas, vacías de cualquier preocupación real. Aunque la llamaban «la dama», su comportamiento delataba una absoluta indiferencia hacia Mollie.
Así que Allison dejó escapar un suspiro teatral, lo suficientemente fuerte como para que lo oyera el público.
—¿Se da cuenta de que estoy aquí, pero finge lo contrario, eh? —gritó, dando un paso atrás y proyectando su voz hacia la sala—.
—¡Mollie, esconderte de mí no te servirá de nada! —continuó Allison, con un tono rebosante de falsa urgencia—. El escándalo de tu marido y yo no permanecerá oculto por mucho tiempo.
Las palabras de Allison flotaron en el aire, su voz rompiendo la tensión. «Si quieres evitar un lío antes de las próximas elecciones, ¡será mejor que salgas y aclares las cosas!». Los guardaespaldas fruncieron el ceño, perdiendo la paciencia. «¡Por favor, vete!».
Podían bloquear su entrada, pero no podían silenciar sus palabras. Con el pasillo casi vacío, Allison se volvió más audaz. «¿Quizás debería hablar con el Sr. Blake? Seguro que ahora mismo está hasta arriba de periodistas. Me pregunto si les gustaría saber lo que sé». Los guardaespaldas se miraron perplejos. Estaban claramente fuera de su alcance con un escándalo que involucraba a la familia del senador, y dudaban en hacer algo sin órdenes.
«¿Aún no me dejan pasar?». Allison fingió que se iba. Irse solo agravaría la situación y la convertiría en un espectáculo en toda regla.
Pero cuando se dio la vuelta para irse, uno de los guardaespaldas vaciló y gritó: «Señora, espere un momento. Lo consultamos con Mollie».
Misión cumplida.
«Por favor, que sea rápido», insistió Allison, tocándose casualmente el anillo de berilo verde en el dedo, con una sonrisa muy leve. «Se me acaba el tiempo».
El guardaespaldas se dio la vuelta, llamó a la puerta y desapareció en la habitación de Mollie. Poco después, regresó con el mensaje: «La Sra. Blake le recibirá ahora».
«De acuerdo».
Al entrar en la habitación, Allison se encontró con la oscuridad. Estaba claro que el bullicio habitual del club no había seguido a Mollie a su santuario privado; no se había ido a dormir, sino que había optado por las sombras. El ambiente insinuaba que Mollie no estaba de humor para luces brillantes o bromas.
Guiando a Allison al estudio, el guardaespaldas murmuró: «La Sra. Blake está dentro».
«Gracias».
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