Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 762
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Capítulo 762:
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Justo cuando estaba a punto de irse, Verruckt volvió a hablar.
—Además, envíame a Alice.
Jareth no entendía muy bien por qué, pero asintió y se fue.
Una vez que Jareth se fue, la oficina volvió a quedar en silencio.
Verruckt se pasó distraídamente el pulgar por la costra del labio. Esa mujer, Alice, se había atrevido a morderlo, pero cuando otros se metían con ella, ella simplemente se lo tomaba sin defenderse.
Qué tonta. Su rostro no mostraba emoción. Sus ojos carmesí eran oscuros e indescifrables.
Al poco tiempo, Allison llamó a la puerta, con la mano envuelta en una gasa blanca. Bajó ligeramente la mirada y preguntó: «Señor Shaw, ¿en qué puedo ayudarle?».
Hoy, Allison vestía un uniforme negro, lo que hacía que la gasa blanca de su mano resaltara aún más.
Verruckt ladeó la cabeza y preguntó: «¿Cómo se hizo daño en la mano?».
Allison respondió con sinceridad: «Me quemé accidentalmente con café caliente».
«Sabes cómo usar una cafetera. ¿Cómo te las arreglaste para quemarte?».
Verruckt señaló con calma el fallo en su historia.
Allison se quedó paralizada por un momento, fingiendo sorprenderse de que él recordara un detalle tan pequeño. Bajó la cabeza aún más. «Fue solo un accidente».
La voz de Verruckt se volvió aguda. «Ven aquí».
Allison miró su gasa, asegurándose de que estuviera perfectamente envuelta. Pero los pensamientos de Verruckt siempre eran difíciles de predecir.
Se acercó a su escritorio sin dudarlo, pero mantuvo la distancia. Mantuvieron un espacio incómodo entre ellos.
Verruckt se burló de ella: «¿Qué, ahora me tienes miedo?».
«Sí», respondió Allison en voz baja.
«Tú eres el que me mordió anoche». Verruckt se acercó, levantando casualmente la barbilla. «Entonces no te vi asustada».
Allison no tuvo más remedio que mirarlo. Se fijó en la pequeña costra de sus labios, que todavía estaban ligeramente enrojecidos. Debería haberle arrancado la lengua de un mordisco cuando tuvo la oportunidad. Si hubiera sabido que el sujeto 005 acabaría así, nunca le habría mostrado piedad en aquel entonces.
Ahora, todo lo que podía hacer era hacerse la víctima. «Eso… eso fue solo un accidente».
En el momento en que habló, Verruckt esbozó una sonrisa burlona.
«Si fue un accidente, ¿por qué me has estado evitando todo el día?». Se inclinó hacia ella, sus cuerpos casi tocándose. La voz de Verruckt era baja y tenía un tono agudo y autoritario. «Será mejor que dejes de mirarme por debajo, o te sacaré los ojos».
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