Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 753
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Capítulo 753:
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Alice había ido de verdad al laboratorio.
Verruckt encontró la sensación extraña. Cerró la puerta con una mirada en blanco, como si hubiera olvidado que era el dueño de la casa. «Fue una locura absoluta».
Verruckt ahora recordaba todo lo de la noche anterior. No solo eso, sino que incluso en sus sueños, seguía haciendo llorar a Alice y luego lamiéndole las lágrimas de la piel. El significado de eso estaba claro.
Molesto, se dirigió al dormitorio principal y se quitó la ropa. Miró su reflejo en el espejo y vio una mancha de sangre en su labio inferior. ¿Ella lo había mordido?
Verruckt intentó reconstruir los acontecimientos de la noche anterior, pero después de empujarla contra la pared, lo único que recordaba era una vaga sensación de ardor. Entonces, ¿debía de estar enfadada? Se limpió la sangre seca del labio con el dedo, con el rostro inexpresivo.
Tras enjuagarse rápidamente, Verruckt se puso ropa limpia y se dirigió al laboratorio. En cuanto llegó a su puesto de trabajo, vio a Allison cerca. Estaba inusualmente callada, con la cabeza gacha y moviéndose como si esperara pasar desapercibida. Barajaba unos documentos mecánicamente, con la mirada fija en los papeles que tenía en las manos.
Allison no lo saludó como solía hacerlo. En cambio, se ocupó de ordenar una precaria pila de documentos sobre la mesa, casi como si estuviera construyendo una barrera física entre ellos. Verruckt sintió un destello de irritación, pero mantuvo la voz tranquila.
«Se te olvidó esto», dijo, lanzándole las llaves a Allison.
«Gracias, señor Shaw», respondió ella, con un tono educado pero distante. Sin decir nada más, se dio la vuelta y se fue, caminando deliberadamente hacia la sala de descanso. Evitó el contacto visual en todo momento.
El estado de ánimo de Verruckt se ensombreció, la tensión en la sala se hizo casi tangible. Un escalofrío pareció filtrarse en el aire, y los investigadores lo notaron de inmediato. Bajaron la cabeza, fingiendo estar profundamente absortos en su trabajo, desesperados por evitar su atención.
Solo Jareth tuvo el descaro de acercarse. Llamó suavemente a la puerta antes de entrar.
—Sr. Shaw, nos han informado de que dos clientes internacionales llegarán esta tarde. Quieren hablar sobre una colaboración en investigación farmacéutica.
—¿Qué tipo de fármacos? —preguntó Verruckt.
—Mencionaron algo relacionado con el tratamiento de dolores de cabeza neurológicos. Afirman estar actuando de buena fe.
Jareth dejó el expediente del cliente sobre el escritorio de Verruckt, pero al enderezarse, sus ojos se fijaron en algo inusual: un pequeño corte en el labio de Verruckt. La visión despertó su curiosidad. No se le había pasado por alto el hecho de que Verruckt y Allison habían pasado la noche anterior juntos. Las probabilidades de que la lesión fuera puramente accidental eran escasas. La única explicación plausible para tal marca era un beso.
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