Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 745
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Capítulo 745:
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Después de terminar el trabajo, Jareth adquirió la costumbre de acompañarla a su nueva residencia. El edificio de apartamentos estaba en medio de un barrio acomodado, donde la vida parecía más lenta y la gente se movía sin prisas.
«Alice, aquí es donde te dejaré», dijo Jareth, deteniéndose en la puerta principal pero decidiendo no entrar. Sin instrucciones claras de Verruckt, no se atrevía a cruzar el umbral.
«Si necesitas algo para tu vida diaria, no dudes en pedirlo», le ofreció.
«Es usted muy considerado, Sr. Williamson», respondió Allison con tono educado. «Me siento culpable por molestarle».
La respuesta de Jareth tenía un sutil trasfondo. «No es ninguna molestia. Después de todo, ahora se está quedando en casa del Sr. Shaw. Ayudarle a usted es como ayudarle a él. Además, puede que algún día le pida un favor».
—Entonces se lo agradezco, Sr. Williamson —dijo Allison, actuando como si no hubiera captado el mensaje subyacente en sus palabras—. Ah, por cierto —comenzó Allison, con un tono casual—, estoy pensando en invitar al Sr. Shaw a cenar más tarde. ¿Hay algún supermercado cerca donde pueda comprar algunos ingredientes?
Jareth hizo una breve pausa y luego cogió su teléfono. —¿Qué necesitas? —preguntó con suavidad—. Puedo hacer que te lo entreguen todo.
Su voz era firme y transmitía una tranquila seguridad. Parecía como si pudiera hacer que hasta la petición más extravagante pareciera fácil.
Jareth ya sabía que la reunión de esa noche se había cancelado y que Verruckt comería aquí en su lugar.
«No hace falta que te tomes tantas molestias», dijo Allison rápidamente, haciendo un gesto desdeñoso con la mano. «Prefiero hacer la compra yo misma».
Jareth sacó una tarjeta del bolsillo y se la entregó. «En ese caso, usa esto», dijo. «El Sr. Shaw es un poco exigente con la comida, así que elige las opciones más caras».
«Está bien», dijo Allison con una sonrisa.
Cuando se separaron, el sol ya casi se había puesto. Una suave luz ámbar se filtraba por las ventanas, bañando el interior con su resplandor desvanecido.
Allison se detuvo para contemplar el entorno. Las paredes estaban pintadas de un gris pálido y los muebles eran austeros y angulosos, tan precisos como los cálculos en el cuaderno de un científico. Incluso los tonos dorados de la puesta de sol parecían perder su calidez dentro de este espacio.
Aunque era un apartamento de lujo en un barrio acomodado, transmitía la sensación estéril y sofocante de un laboratorio. Le recordó a Verruckt, ese hombre trastornado.
El detalle más llamativo era la cámara de vigilancia instalada en el pasillo. Su diminuta luz roja parpadeaba constantemente, un recordatorio constante de ojos invisibles. Conociendo la naturaleza de Verruckt, Allison tenía pocas dudas de que la estaba vigilando. Para evitar que sospechara algo, ella, como siempre, optó por actuar.
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