Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 728
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Capítulo 728:
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Conteniendo un destello de celos que no podía explicar, Gordon examinó el área cercana en el mapa.
—Dirígete al noroeste. Hay una fábrica abandonada a unos dos kilómetros.
—Entendido —respondió ella, que ya se estaba moviendo.
Con Verruckt desplomado sobre su hombro, Allison se deslizó en la noche, su silueta engullida por las sombras crecientes. Pronto, desapareció por completo, dejando a las cámaras de vigilancia del almacén con nada más que un inquietante vacío.
En la fábrica desierta, Allison llevó con cuidado a Verruckt a un rincón seguro. Su mirada se posó en su mochila, que contenía algunos suministros médicos como vendas y antiséptico.
«Nunca imaginé que acabaría usándolos para curarte», murmuró en voz baja mientras se arrodillaba para examinar al hombre inconsciente.
Con el rostro relajado y los ojos cerrados, Verruckt parecía extrañamente sereno, un marcado contraste con su habitual actitud fría y combativa. Aunque sus heridas eran graves, años de experimentos le habían dotado de extraordinarios poderes curativos. Aun así, las heridas más profundas seguían sangrando abundantemente.
Allison le rasgó rápidamente la camisa y le vendó las peores heridas. El trabajo fue tosco, pero lo suficientemente efectivo como para frenar el flujo sanguíneo. De repente, un sonido débil y misterioso llegó a través de su auricular, llamando su atención.
Algo extraño se movía en el sótano.
«Sr. Lloyd… ¿por qué hay tanta sangre?».
«Cierra la puerta… no le digas nada a…».
Las voces eran débiles, pero Allison las reconoció inmediatamente como las de Amya y Kellan. Se quedó paralizada, con las manos detenidas en el aire, cuando una terrible revelación la golpeó: alguien estaba herido.
«¿Kellan ha vuelto al sótano?», preguntó con tono agudo y preocupado.
«Ha vuelto», respondió Gordon con una mirada sombría al hombre herido. «Pero no es el momento de hablar».
La hizo señas para que se fuera y añadió: «Amya y yo nos ocuparemos de ello. No te preocupes, está bien. Es solo una pequeña herida».
Pero la visión de Kellan contaba una historia diferente. Estaba desplomado en un rincón, con la sangre empapando su ropa hasta el punto de que era imposible adivinar su color original. Tenía la cabeza gacha y estaba claro que ya estaba perdiendo el conocimiento. Gordon sabía que no debía tergiversar la verdad, pero su preocupación por Allison superaba todo lo demás.
«De verdad que tienes que tener más cuidado con Verruckt», dijo. Su tono era firme, pero el frío brillo en sus ojos lo decía todo.
Allison percibió la inquietud en su voz, intuyendo que la situación de Kellan podría ser peor de lo que admitía Gordon. Aun así, con Verruckt tumbado allí y con la apariencia de que podía recuperar la conciencia en cualquier momento, tomó una decisión rápida.
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