Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 718
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Capítulo 718:
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«No te preocupes. No soy imprudente».
Tras recibir su confirmación, Gordon regresó a la base secreta. Una vez allí, encontró a Amya en el sótano. «¿Ha salido ya Kellan del laboratorio?».
«Aún no», respondió ella, pero vaciló antes de continuar. «Antes, el Sr. Lloyd me preguntó si le había pasado algo a la Sra. Clarke. No dije nada, pero… algo no encaja».
Gordon dirigió su atención a la pantalla de vigilancia que mostraba el laboratorio. Kellan caminaba hacia la oficina, con la caja de herramientas en la mano, con paso decidido.
Una investigadora se alegró al verlo. «Oh, por fin estás aquí. El aire acondicionado se ha vuelto a estropear».
Kellan no pareció sorprenderse. «Me encargaré de ello. Solo hay que sustituir una pieza».
Mientras pasaba, los ojos de la investigadora lo siguieron, claramente admirando su complexión.
«Es bastante capaz», murmuró para sí.
Otro investigador chasqueó la lengua. «No te hagas ilusiones. He oído que tiene novia».
La expresión de la investigadora se apagó, pero no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente. Se volvió hacia Kellan una vez más. «Oye, ¿de verdad tienes novia?».
—Sí —respondió Kellan con total seriedad—. Se llama Alice. Trabaja aquí, justo en el primer sótano.
La mención de Alice hizo que todos los presentes en la sala intercambiaran miradas incómodas.
Kellan sintió la tensión y frunció el ceño. —¿Qué está pasando?
Finalmente, uno de los investigadores, incapaz de contenerse más, suspiró dramáticamente y chasqueó la lengua. «Si Alice es tu novia, quizá deberías reconsiderarlo. Quizá deberías buscar a otra persona».
Kellan apretó la mandíbula.
Las palabras le afectaron más de lo que esperaba. Algo no estaba bien, y él lo sabía. Si Allison estuviera bien, Amya no se habría callado tanto.
La mirada de Kellan se ensombreció cuando se volvió hacia los investigadores. «Por favor, decidme todo lo que sepáis».
El investigador cotilla dudó, pero su curiosidad pudo más que él. Suspiró profundamente y finalmente habló. «No lo sabéis, ¿verdad? Vuestra novia, Alice… Bueno, el Sr. Shaw se ha interesado por ella».
La mirada de Kellan era tan fría como una tormenta de invierno. «¿Qué quieres decir con eso?», preguntó con voz cortante, sin mostrar ninguna emoción. Los otros investigadores presentes en la sala observaban, atraídos por una mezcla de simpatía y curiosidad innegable.
No podían apartar la mirada, y cada uno de ellos se preguntaba si finalmente se derrumbaría, si vislumbrarían una emoción cruda, ya fuera dolor o rabia. Todos esperaban, ansiosos por ver si Kellan revelaría alguna vulnerabilidad.
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