Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 687
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Capítulo 687:
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Se detuvo en la puerta, con el corazón palpitante, al notar que la ventana de vigilancia estaba entreabierta. Un hedor químico nauseabundo se extendió por el lugar, haciéndola retroceder instintivamente.
El olor le resultaba dolorosamente familiar, desencadenando recuerdos que había intentado enterrar.
Una tormenta de preguntas nubló su mente. ¿Cómo había terminado el sujeto 005, que una vez fue un experimento más, dirigiendo este retorcido laboratorio? No tenía sentido, pero no podía permitirse el lujo de pensar en ello ahora.
Dentro de la sala de observación, una figura estaba de espaldas. La holgada bata de hospital que llevaba estaba marcada con el gran número 75.
A Allison se le cortó la respiración. Era Lilian. Por fin la había encontrado.
Allison se apretó contra la fría pared, observando cómo los dos investigadores salían del laboratorio arrastrando los pies, murmurando sobre medicina.
«El experimento ha dado un gran paso adelante. El sujeto 75 ha sobrevivido a tres rondas de pruebas. Si supera otra, será un milagro. Incluso podría traspasar el mundo digital», susurró un investigador.
«Sí, ¿y por qué todo es tan caótico hoy? Ni siquiera hay nadie aquí para limpiar», refunfuñó el otro, mirando hacia el desordenado laboratorio.
«Démonos prisa. Con suerte, cuando llegue el Sr. Shaw, verá resultados positivos».
La mirada de Allison se dirigió a la figura inmovilizada que se retorcía débilmente contra sus ataduras. El sujeto 75 era Lilian.
Se movió rápidamente, deslizándose hacia la puerta donde colgaba un cuaderno de un gancho. Lo hojeó, sus ojos rastreando los datos: números, gráficos, resultados… Todo confirmaba lo que ya sabía.
Pero entonces una terrible sensación de ser observada se apoderó de ella y levantó la vista. Lo que vio la paralizó en el acto.
Lilian estaba a unos metros de distancia, frente a ella como un fantasma de una película de terror.
Su cabello, que antes era brillante, colgaba en nudos enredados, ocultando parcialmente un rostro marcado por venas abultadas y capilares rotos. Lo peor eran sus ojos, hoyos oscuros que parecían absorber cada pizca de luz, fijos en Allison con una intensidad escalofriante. «Ja…». Un sonido ronco y gutural se deslizó por la garganta de Lilian.
Allison apretó los puños y su corazón latía con fuerza.
Había visto antes este tipo de desesperación, cuando ella misma era una mera sujeto de prueba, abandonada en esa isla aislada.
Respiró hondo, se estabilizó y se acercó a la ventana de observación.
—Lilian —llamó suavemente, como si se dirigiera al fantasma de una amiga. Aquí, los sujetos no tenían nombres. Sus identidades eran borradas, dejándolos solo como números en el sistema.
Este momento, esta frágil oportunidad de encontrar la respuesta, era todo lo que tenía.
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