Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 677
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Capítulo 677:
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«¡Oh, no! Jareth ya ha abandonado la zona exterior del nivel uno del sótano».
Claramente, ya estaba en movimiento.
En esos cinco minutos de apagón, el nivel uno del sótano no se había calmado. Cuando Jareth oyó la explosión por primera vez, accedió a la señal de vigilancia del nivel uno del sótano.
Vio a cuatro personas que corrían desde la entrada del laboratorio hacia las estaciones de trabajo, luego cambió a esas cámaras, observando a todos apiñados bajo escritorios y sillas, sin una explosión aparente a la vista. Nadie había anticipado que la sala de descanso sería el objetivo.
«Sr. Williamson, la explosión ocurrió en la sala de descanso».
Al oír esto, sacó una pistola de su cajón, abrió la puerta de su oficina y salió. Pero justo en ese momento, las luces del laboratorio se apagaron una vez más. Al estar a gran profundidad bajo tierra, estaban envueltos en una oscuridad opresiva.
El repentino apagón dejó a la mayoría de las personas sintiéndose indefensas y nerviosas, excepto los experimentados guardaespaldas, vestidos con trajes negros, que inmediatamente sacaron linternas y escoltaron a Jareth hacia la sala de descanso.
«Sr. Williamson, por aquí».
Algunos otros se habían reunido alrededor del microondas, y los rayos de varias linternas iluminaban la sala de descanso como el corazón de una caverna.
«Sr. Williamson, el explosivo del microondas era metálico; sospechamos que podría ser el café helado de la nevera», informó uno de los guardaespaldas.
Incluso antes del informe, el olor a café quemado golpeó a Jareth al entrar. Una explosión aleatoria podría explicarse, pero un corte de energía en tándem con ella no se descartaba tan fácilmente. Claramente, algo estaba fuera de balance.
La voz de Jareth seguía siendo autoritaria. «¿Quién usó el microondas?».
«No está claro por el momento».
Como los guardaespaldas no estaban en la sala de descanso, no tenían respuesta, y un tenso silencio se apoderó del grupo.
Entonces, de repente, Jareth sintió un escalofrío recorrerle la columna vertebral. Recordó la primera imagen de la vigilancia: todos habían salido por la puerta principal del laboratorio. ¿Aprovecharía alguien este momento para abrir la puerta detrás de la sala de control central y colarse?
La idea lo paralizó momentáneamente. En un instante de reconocimiento, Jareth dio una orden a gritos.
«¡Entrad en el laboratorio!».
En realidad, la puerta electrónica del laboratorio solo tenía una llave física. La abrió y condujo a los guardaespaldas al laboratorio, con rapidez y sin pausa.
Mientras tanto, Allison se movía por la oscuridad, y sus lentes de contacto de alta tecnología le permitían ver a los investigadores, desconcertados por el apagón.
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