Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 667
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Capítulo 667:
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Había supuesto que la trasladaría a una zona mucho más cercana a los secretos custodiados. Pero, para su sorpresa, Jareth la guió directamente al segundo nivel del sótano. El nivel de confidencialidad aquí era mucho mayor.
Esta planta contrastaba enormemente con la de arriba. Las medidas de seguridad eran mucho más estrictas y el aire estaba cargado de una tensión tácita. A diferencia del primer sótano, donde los investigadores aún cotilleaban y mostraban indicios de miedo, el personal aquí era como máquinas sin alma: concentrado, eficiente y completamente desprovisto de emoción.
Allison observó la escena, absorbiendo la actividad a su alrededor. La gente pasaba ajetreada, con los ojos pegados a los documentos y moviéndose como robots. Era como si estuvieran operando según un guion invisible. Ni uno solo la reconoció; después de todo, era una extraña.
«El segundo sótano es un poco diferente del primero», dijo Jareth mientras la guiaba por el segundo nivel del sótano. «Es un laboratorio en expansión donde cada investigador tiene su propia área designada, por lo que no necesita tanta limpieza».
Allison asintió, procesando la inusual configuración.
«Quédate en tu lugar, Alice. Si te encuentras con papeles sueltos, tritúralos», añadió con una leve sonrisa.
¿De verdad que un limpiador tenía su propia estación?
Justo cuando empezaba a quedarse perpleja, Jareth la condujo a la zona más interior del segundo sótano. Detrás de una gruesa mampara de cristal, Allison vio a Verruckt, encorvado sobre su escritorio en un silencio concentrado.
Su cabello plateado captaba la luz estéril, enmarcando su expresión en blanco e ilegible; sin embargo, todo en él irradiaba una especie de autoridad inquietante que la hacía temblar.
Jareth hizo una pausa y se volvió hacia ella. —Alice, ¿tienes alguna otra pregunta?
—No, estoy lista —respondió Allison, mirando a su alrededor y asimilando la extraña escena: órganos humanos suspendidos en frascos, fragmentos de cuerpos, cosas que pertenecían más a pesadillas que a un laboratorio. Su mirada se posó en un gran recipiente de vidrio, donde flotaba una pierna humana, conservada en formol.
La visión le erizó la columna vertebral, obligándola a tragar saliva. «Gracias por la oportunidad», logró decir, forzando una sonrisa. «Agradezco la oportunidad que usted y el jefe me han dado».
«Trabaja duro», respondió Jareth con un brillo oscuro en los ojos, «y tal vez asciendas algún día».
Señaló las vitrinas que revestían las paredes. «Este es un centro de investigación autorizado por el gobierno. Los restos humanos que hay aquí son donados de forma voluntaria. Es perfectamente legal, recuérdalo». En apariencia era una institución legal, pero todos sabían lo que era en realidad.
Allison asintió enérgicamente. «Por supuesto».
Mientras Jareth se alejaba, Allison esperó hasta que desapareció de su vista antes de deslizar la mano por debajo de una mesa y meter con cuidado la cinta de huellas dactilares de Rowan en el bolsillo oculto de su uniforme. Exhaló y volvió a escudriñar el laboratorio con la mirada. El equipo, el silencio inquietante… todo era una fachada. La llamada «investigación médica» aquí era una retorcida búsqueda de la mejora humana, una temeraria inmersión en la manipulación genética, el aumento de músculo y rumores de experimentos sobre la inmortalidad.
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