Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 665
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Capítulo 665:
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Estudió su rostro durante un largo momento antes de preguntar: «¿Cuántos años tienes?».
«Veintidós».
Verruckt se quedó en silencio, su expresión se ensombreció. Luego, con una risa burlona, habló. «Eres muy joven, ¿verdad?». Se parecía a la chica de sus recuerdos, pero aunque el parecido era asombroso, no podía ser el sujeto 001. La había visto morir en la isla. Aunque hubiera sobrevivido, la mataría.
—Alice —murmuró Verruckt con tono críptico—. Te reasignaré a mi área de oficina.
—Sí.
Una vez que Allison salió de la habitación, Verruckt dio una orden seca. —Trae todos los documentos relacionados con ella.
—Enseguida, señor.
En cuestión de minutos, tenía una pila de papeles ante él.
«Polizón, huérfana, vagabunda, residente de barrio pobre». Verruckt murmuró en voz baja, entrecerrando los ojos mientras examinaba los detalles. Todo parecía ajustarse a sus prácticas de contratación estándar. El laboratorio solo contrataba a personas con antecedentes como los suyos, a quienes nadie se preocuparía si desaparecieran de repente. Y, sin embargo, por razones que no podía precisar, el rostro de la mujer le atormentaba la memoria.
«¿Tiene Alice algún tatuaje o cicatriz que la identifique?», preguntó abruptamente.
«No, señor», respondió la asistente. «¿Quiere que la llamemos para hacerle otro examen?».
«No será necesario. Sin embargo, quiero todos los registros de su vida antes de que se escondiera», respondió Verruckt con un gesto desdeñoso.
«Entendido, señor».
Mientras el asistente salía de la habitación, cerrando la puerta silenciosamente tras de sí, Verruckt se encontró perdido en sus pensamientos, viejos recuerdos resurgiendo como fantasmas del pasado.
Recordaba vívidamente el día en que el laboratorio de la isla quedó destruido. Llovió fósforo blanco, quemando todo lo que tocaba. En aquel entonces, se suponía que el sujeto 001 había muerto, su cuerpo incinerado en la explosión.
Verruckt se había convencido hacía tiempo de que la había dejado atrás, de que la resistente limpiadora no era más que una reliquia de un pasado brutal. Pero ver a Alice había sacudido esa convicción. Su rostro recordaba inquietantemente al del sujeto 001, como si las dos imágenes se hubieran fundido en una.
Si el sujeto 001 hubiera vivido hasta la edad adulta, podría haberse parecido a Alice.
Los ojos carmesí de Verruckt se detuvieron en la variedad de caramelos esparcidos por su escritorio.
«Si todavía estuvieras aquí, no serías tan frágil como esta Alice», murmuró en voz baja.
Las palabras salieron en un susurro, pero en lugar de calmar su mente, solo despertaron más inquietud.
Por extraño que parezca, los recuerdos que desenterró no le causaron dolor, sino un extraño consuelo, muy parecido al dulce sabor de sus queridos caramelos con sabor a melocotón.
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