Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 654
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Capítulo 654:
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Su atuendo no era revelador, pero actuaba como si fuera demasiado para soportar. Apretó el uniforme contra su pecho, reacia a renunciar a él.
«¿Puedo quedarme con la camiseta? Tengo cicatrices feas», añadió, interpretando el papel de mujer tímida e insegura.
Aunque Allison fue la última en ser registrada, su prolongada vacilación enfadó aún más al guardia. Impaciente, la mujer guardia dio un paso adelante y le quitó el uniforme.
«No me importan tus cicatrices. ¡Dame la ropa o vete!».
Kellan, que estaba en la fila de al lado, oyó el alboroto y levantó la vista instintivamente, cruzando la mirada con la de Allison. Durante un breve segundo, sus ojos se encontraron, y se produjo un entendimiento tácito entre ellos.
«Disculpe, esta es mi novia», dijo Kellan, acercándose con una sonrisa tranquila. «Es un poco tímida y no tiene mucha experiencia con esto».
Parecía que le estaba arrebatando la ropa a Allison, pero en realidad ella le pasó discretamente algo haciéndole de pantalla con su ropa. Después de eso, Kellan le entregó rápidamente la ropa al guardia de seguridad con un educado asentimiento. «Por favor, no te lo tomes a mal».
Mientras Kellan la alejaba, Allison tropezó ligeramente, fingiendo mirarlo con indignación. «¿Acabas de empujarme?».
Kellan respondió con un tono ligero pero firme: «¿Qué? ¡Estamos aquí para ganar dinero, no para jugar!».
Los guardias de seguridad les lanzaron miradas de desconfianza. «¡Basta! ¡Dejen de discutir! ¡Los dos, cállense!».
El corredor de bolsa clandestino, que los había estado guiando, se inclinó profundamente, con voz rebosante de respeto: «Lo siento. Son demasiado indisciplinados, pero prometo que no volverá a suceder». Los guardias se mantuvieron escépticos.
—Lo comprobaremos primero —dijo una de ellas, con tono serio. La guardia registró minuciosamente el uniforme antes de devolvérselo a Allison.
—Está bien —murmuró.
Luego pasó un escáner avanzado por el cuerpo de Allison, confirmando que no había señales ocultas bajo su piel. —Todo despejado —dijo, su voz perdiendo su dureza mientras asintía a los demás.
La tensión en la habitación disminuyó.
Mientras caminaban una al lado de la otra, Allison sintió los dedos de Kellan rozar los suyos. Fue breve, pero suficiente para que los dispositivos ocultos volvieran a su poder, sin que nadie se diera cuenta.
Cuando llegaron a la entrada del instituto de investigación, Allison levantó la vista y contempló la imponente estructura. El edificio tenía ocho plantas: cinco sobre el suelo y tres bajo tierra.
Una vez dentro, el corredor de bolsa clandestino cogió el dinero y los dejó con los guardias de seguridad, que empezaron a asignarles tareas. «Tú, ven aquí», ordenó una guardia llamando a Allison.
«Vale», respondió Allison, con un nudo de nervios en el estómago. ¿Se habían dado cuenta de algo? ¿Habían descubierto su tapadera?
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