Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 647
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Capítulo 647:
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«Enhorabuena a los dos», Floyd forzó una sonrisa forzada. «Así que los rumores eran ciertos. Me debéis una comida».
Le dolió, pero no era el final. Después de todo, solo estaban saliendo, no casados. Las cosas aún podían cambiar.
Kellan respondió con su tono habitual, imperturbable: «Por supuesto». Sintiendo la frustración apenas contenida en el cambiante comportamiento de Floyd, Kellan entendió muy bien lo que sentía. «¿Qué le gusta comer, Sr. Pierce?», preguntó, con los dedos aún entrelazados con los de Allison mientras sus ojos oscuros miraban fijamente a Floyd. Cada uno de sus movimientos, cada gesto, marcaba a Allison como suya.
El rostro de Floyd se tensó, pero contuvo su ira.
«Cualquier cosa está bien. Allison y yo tenemos gustos similares», dijo, una leve sonrisa calentando su expresión. «A los dos nos gusta el bacalao, por ejemplo».
Las palabras eran casuales, pero el «nosotros» permanecía en el aire, marcando sutilmente su pasado compartido.
—No se preocupe, Sr. Lloyd. Allison puede pedir por mí —añadió Floyd, con su incomodidad por la proximidad de Kellan a Allison clara, aunque no estaba dispuesto a rendirse todavía.
Los ojos de Kellan se entrecerraron ligeramente. Podía detectar fácilmente el intento de Floyd de hacer alarde de su historia con Allison. Aun así, Kellan respondió con una leve sonrisa, imperturbable. —El bacalao no es precisamente un manjar raro —comentó con tranquila confianza.
Sus miradas se cruzaron, ambos hombres intercambiando una mirada tensa y cargada. «Y, como los viejos favoritos, los gustos pueden cambiar», añadió con suavidad.
Floyd chasqueó la lengua. «Muy cierto. ¿Quién sabe? Quizás las preferencias de Allison cambien algún día».
Se miraron fijamente, con un tono aparentemente educado, pero la tensión hervía bajo la superficie.
Allison, intuyendo la creciente intensidad, intervino con voz plana: «Si estáis planeando discutir, quizá deberíais buscar otro sitio».
«Lorna todavía está durmiendo». Sus palabras disolvieron la atmósfera en un instante.
«No me atrevería a discutir con el Sr. Lloyd», dijo Floyd, con un tono casi burlón. «Después de todo, es bien conocido por su… distanciamiento». En ese momento, su teléfono sonó. Echó un vistazo a la pantalla: era una llamada urgente del hospital.
Kellan sonrió con suficiencia, levantando la mirada perezosamente. «Parece que el Sr. Pierce es un hombre muy ocupado».
Con un suspiro resignado, Floyd no pudo evitar lanzarle a Kellan una mirada de frustración. Pero no tenía elección; tenía que atender la llamada. Después de un momento, se volvió hacia Allison, con expresión de arrepentimiento. «Últimamente, desde que el Instituto MDH me pidió que colaborara con el hospital de Ontdale, no he parado de atender a pacientes en estado crítico».
«Eso es porque eres un médico excepcional y te necesitan», dijo Allison con comprensión. «Será mejor que vayas. Te están esperando».
—De acuerdo. —Floyd asintió, lanzando a Kellan una mirada significativa—. Hablaremos otro día.
Los ojos de Kellan brillaron. —Claro, otro día.
Después de que Floyd se fuera, Kellan guió a Allison a la sala de estar y preparó sin prisas una taza de café.
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