Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 455
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Capítulo 455:
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Kellan apretó con fuerza el volante. «Y no sólo Vrining. Vas directo al meollo: Fleeingland».
El semáforo parpadeó sus últimos diez segundos antes de ponerse en verde.
Allison no se movió, con la mirada fija hacia delante, sumida en sus pensamientos.
Sonó un claxon y el coche dobló la esquina, deteniéndose finalmente en la entrada de la villa. La oscuridad se filtraba por el arco de piedra, confiriendo una atmósfera sombría a la extensa finca.
Kellan se removió en el asiento, con la voz más seria que nunca.
«Sabes que ese lugar es peligroso, una tierra donde muchos se han aventurado y pocos han regresado».
El motor se paró, dejando el coche envuelto en el silencio.
Allison volvió su fría mirada hacia él, con los dedos apretados con fuerza.
«Entonces, ¿crees que debería mirar hacia otro lado? ¿Hacer como si no hubiera pasado nada?»
Kellan la estudió, percibiendo la tensión que ondulaba bajo su tranquilo exterior.
«No te pido que lo ignores. Sólo quiero que lo pienses bien, que mantengas la cabeza fría».
Su tono se suavizó.
«Recuerda lo que me dijiste una vez: cuanto más peligroso sea el camino, más tranquila debes estar. Apresurarse imprudentemente no ayudará a nadie, y menos a ti».
Fuera, la luz de la calle proyectaba un suave resplandor que se filtró en el coche cuando Allison bajó la ventanilla.
Una ligera brisa se agitó, mezclándose con el tenue aroma de la colonia de Kellan cuando éste se inclinó hacia ella. Las sombras suavizaron sus rasgos y su presencia la tranquilizó. Su mano se movió con facilidad y le desabrochó el cinturón con un chasquido silencioso.
Sus dedos se detuvieron un instante más, para tranquilizarla en silencio.
«No estás sola en esto -dijo con voz baja, casi un susurro. Cada palabra era firme y magnética.
En la penumbra, su camisa blanca captaba el resplandor y se extendía por sus anchos hombros mientras se echaba hacia atrás.
Por un breve instante, Allison pudo sentir el calor de su presencia, un recuerdo tangible de su apoyo.
Fuera, la luz de la calle era cálida, pero las sombras se enroscaban a su alrededor, ocultando su expresión.
Pero la certeza de sus palabras persistía.
«Si alguna vez necesitas algo, sabes que puedes contar conmigo. Será un honor ayudarte».
En todos sus calculados planes y cuidadosos pasos, Kellan nunca había esperado encontrarse en un momento como aquel: esperando que ella confiara en él, igual que él estaba aprendiendo a confiar en ella. Permanecieron en silencio, tan cerca de ella que pudo sentir el leve calor de su aliento.
Luego, tan rápido como había llegado, la cercanía se desvaneció cuando Kellan se reclinó en el asiento del conductor. El silencio entre ellos tenía peso, una promesa tácita.
Allison inspiró profundamente y sus hombros se relajaron.
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