Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 445
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Capítulo 445:
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Kellan se sentó detrás de Allison, lo bastante cerca como para percibir el sutil aroma de su pelo.
El viento aullaba más allá de sus oídos, llenando sus sentidos con una ráfaga de libertad.
Detrás de ellos, Colton los observaba, con el rostro ilegible y los ojos oscuros siguiéndolos en la distancia.
Media hora más tarde, en una tranquila parada en una carretera de montaña, Allison dio un sorbo a una botella de agua.
«¿Cómo te sientes?», preguntó, mirando el vasto paisaje, con las luces de las casas cercanas titilando abajo.
La apacible escena le trajo recuerdos de su infancia, cuando solía envidiar a otros niños que tenían lugares a los que llamaban hogar.
«No está mal -contestó Kellan, sin que su rostro lo delatara, aunque su pelo alborotado contrastaba con su habitual aspecto sereno.
En aquel momento, parecía Turbo sacudiéndose el polvo de la pista, despojado de su fingimiento habitual.
Allison sonrió satisfecha, pero se guardó sus pensamientos.
Saborearon la inusual calma hasta que Allison se levantó para irse. Kellan, rompiendo el silencio, dijo: «Sabe, señorita Clarke, los misterios que la rodean me tienen intrigado».
Allison se volvió, con una sonrisa en los labios. «Qué curioso. Yo también me he estado preguntando por sus secretos, señor Lloyd».
Por un momento, Kellan no dijo nada, con los ojos entrecerrados.
Ambos rieron, compartiendo un entendimiento mutuo.
Su relación siempre había sido un reto, un juego de descubrir los secretos del otro, sin reglas ni línea de meta a la vista.
«Siempre descubro nuevas facetas de usted, señorita Clarke -comentó Kellan, acercándose lo suficiente para bloquearle el paso con sutileza.
Llevaba la camisa negra ligeramente desabrochada, dejando entrever las clavículas, y desprendía un encanto magnético sin esfuerzo.
El suave brillo de su reloj de pulsera parpadeó en la penumbra cuando dio un paso adelante.
«Así que, ¿cuántas capas crees que aún me estás ocultando?», preguntó.
La brisa nocturna alborotó el pelo de Allison, que se encogió de hombros despreocupadamente.
«La gente tiene muchas capas, Sr. Lloyd. Eso no tiene nada de sorprendente».
Avanzó unos pasos sin prisa. Kellan, aunque al principio avanzaba, instintivamente dio un paso atrás, dejándola pasar.
Sus miradas se cruzaron brevemente, un silencioso intercambio de ingenio.
«¿Por qué no te quedas y sigues adivinando? Yo seguiré mi camino», bromeó Allison.
Antes de que Kellan pudiera procesar completamente el cambio, Allison ya estaba en su motocicleta.
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