Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 1286
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Capítulo 1286:
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Kellan apretó la mandíbula. La realidad de la situación era aplastante. Sostener a dos personas a la vez era imposible. Y con Fabian todavía retenido por el grupo de hombres vestidos de negro, no había refuerzos en camino.
Cada segundo que pasaba los acercaba a lo inevitable. Se les acababa el tiempo.
Un torrente de recuerdos inundó la mente de Allison.
Había encontrado a sus padres.
Había incendiado el laboratorio de experimentos con humanos.
No quedaba nada sin terminar, excepto una cosa: Kellan.
Nunca había merecido verse arrastrado a esto.
«Allison, deberías decirles esto tú sola».
Kellan entendió sus pensamientos. Le dolían los dedos, los nudillos se le estaban poniendo blancos por el esfuerzo, pero se negó a soltarse. La roca bajo él se desmoronó ligeramente. Se estaba resbalando.
Estaba claro que ya no podía aguantar más. Los ojos de Allison ardían, pero sonrió.
Era como un pájaro, lista para remontar el vuelo hacia la libertad.
«Kellan, te quiero».
Entonces, sin dudarlo un segundo, se soltó.
Mientras Verruckt caía, sus ojos se fijaron en las manos fuertemente unidas de Kellan y Allison.
En ese instante, Verruckt también oyó lo que Allison había dicho. «Kellan, te quiero».
Observó cómo Allison soltaba lentamente la mano de Kellan.
Ella había elegido perecer con Verruckt, y ambos hombres podían ver la determinación en su rostro. Estaba dispuesta a sacrificarse para garantizar la seguridad de Kellan. Era una decisión tan tonta que Verruckt casi estalló en risas.
Si hubiera sido él, nunca habría renunciado voluntariamente a su vida por nadie. Aun así, no pudo evitar la punzada de dolor que le provocó la escena.
«Jaja», se rió para sí.
El viento frío soplaba con fuerza desde todas direcciones; la muerte estaba cerca. Pero una parte de Verruckt aún deseaba que Allison se volviera y lo mirara, aunque fuera una sola vez.
Ella nunca haría eso, por supuesto.
Todo parecía estar sucediendo al mismo tiempo.
Verruckt vio cómo la expresión de Kellan pasaba de la conmoción a la desesperación en cuestión de segundos.
«¡Allison!».
Lo siguiente que supo fue que Kellan se lanzó de cabeza, con los brazos extendidos hacia ella.
Fabian seguía corriendo hacia ellos, incapaz de detener nada. El pobre hombre nunca había imaginado reunirse con su hija biológica, pero ahora, ya la estaba perdiendo de nuevo, ante sus propios ojos.
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