Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 1271
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Capítulo 1271:
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Los agudos oídos de Allison captaron el sonido de unos pasos apresurados que se acercaban.
Una voz gritó en medio del caos: «¡Sra. Clarke! ¡Estamos aquí por orden del Sr. Lloyd!».
Un alivio la inundó. Por fin habían llegado.
Sin perder un segundo, gritó por encima del ruido: «¡Por aquí! ¡Matadlos a todos!».
«¡Entendido!», respondió con firmeza.
Los refuerzos de Allison no perdieron tiempo. En cuanto entraron, se enfrentaron ferozmente a los mercenarios.
En medio del caos, Allison buscó frenéticamente con la mirada. Entonces, la vio a ella: Lilyana.
Sus miradas se encontraron. Pasó un momento de silencio. El reconocimiento las golpeó a ambas como un maremoto.
Allison sintió un nudo en la garganta. Le tembló la voz mientras hablaba. «Mamá».
Lilyana se quedó paralizada. Se le cortó la respiración. «¿Allison?».
«… Soy yo».
Aunque Allison luchó por controlar sus emociones, las lágrimas brotaron de sus ojos, demasiado abrumadoras para contenerlas.
«Mamá, te he estado buscando todos estos años».
Sus ojos se enrojecieron cuando se abrió la compuerta. Ya no era la mujer que podía contenerlo todo, ahora solo una niña perdida, con lágrimas corriendo por su rostro.
«Allison… Mi querida hija».
Las pestañas de Lilyana se agitaron ligeramente. Apenas podía creerlo, pensando que todo podría ser un sueño. Pero cuando extendió la mano y tocó el brazo de Allison, el calor, la realidad, la golpeó.
Había estado dispuesta a morir con esa gente esa noche, a rendirse al destino. Pero entonces, conoció a su hija.
Vida y muerte. Desesperación y esperanza. Un torbellino emocional se enredó en su mente. Lentamente, aflojó su agarre de los explosivos, con los ojos llenos de lágrimas.
«Querida, no deberías haber venido a verme». Afuera, el mundo estaba en llamas, las llamas lo envolvían todo. El agudo sonido de los disparos resonó en el sótano.
Lilyana sabía que no era el momento de ponerse al día.
«Tienes que irte ahora. Han actuado porque también quieren matar a tu padre».
Su mano apretó con fuerza la de Allison.
No podía dejar que Allison muriera.
«Las dos estáis en peligro. ¡Idos!».
«¿Mi padre?». Allison se quedó paralizada, la confusión se reflejó en su voz, pero sus ojos captaron rápidamente la oscura mancha de sangre en el hombro de Lilyana. Era una visión descarnada y horrorosa.
La líder de los mercenarios no había mentido. Lilyana estaba herida.
—Mamá, ¿qué te ha pasado en el hombro?
La determinación de Allison se endureció. No se iría a ninguna parte. Si su madre moría ahora, todo por lo que Allison había luchado todos estos años habría sido en vano.
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