Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 1269
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Capítulo 1269:
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En ese momento, todos estaban frente a una puerta electrónica blanca al pie de las escaleras. Detrás de ella estaba el sótano.
«Comprueben todo a fondo», ordenó el líder.
Sus hombres se movieron rápidamente, colocando un dispositivo electrónico en la puerta para analizar su estructura.
Después de un momento, uno de ellos levantó la vista e informó: «No hay señales de peligro».
—¿Se puede abrir?
—No, no se puede abrir.
El hombre negó con la cabeza. —La cerradura es compleja. Abrirla requeriría un esfuerzo considerable. Forzarla para abrirla podría ser nuestra única opción.
El líder no dudó y dijo con una mueca de desprecio: —Entonces forzadla para abrirla.
—Esa mujer está herida. No puede escapar.
El corazón de Allison dio un vuelco. Manteniendo sus movimientos sutiles, dio dos golpecitos en el auricular. La señal se transmitió instantáneamente a Kellan, quien recibió la instrucción sin demora.
Al momento siguiente, Kellan cortó el acceso al edificio desde la sala de vigilancia. Luego llamó a Sherman.
«Trae a tu equipo. ¡Ve al sótano y rescátala!».
«Sí, señor».
Mientras tanto, Allison mantuvo la atención en los hombres de negro. A pesar de todos sus esfuerzos, la puerta electrónica blanca permanecía sellada. Como mucho, habían conseguido dejar unos rasguños leves.
Con la frustración a punto de estallar, el líder apretó los puños y los golpeó contra la puerta.
Con voz aguda y autoritaria, dijo: «Lilyana, sé que puedes oírme. Debes entender que solo queremos el chip y los documentos. Entrégalos y te perdonaremos».
El silencio llenó el sótano. Todas las miradas permanecieron fijas en la puerta. Entonces, desde el interior, una profunda voz femenina rompió el silencio.
«¿Queréis el chip y los documentos?».
Siguió una risita baja.
«Seguid soñando».
La voz de Lilyana era gélida y ronca cuando respondió: «¡Vuelve y dile a Milady que prefiero morir aquí antes que darle estas cosas!».
Allison se quedó paralizada durante una fracción de segundo cuando lo oyó. Esa voz había perseguido sus sueños más veces de las que podía contar. No podía estar equivocada. Era su madre biológica.
Pero no había tiempo para alegrías, ni siquiera para un latido. En su lugar, el miedo y la inquietud se apoderaron de ella. Su madre seguía en peligro, justo detrás de esa puerta.
Los hombres de negro se movían con una precisión experta. Sus intenciones eran claras: querían matar a Lilyana.
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