Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 1238
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Capítulo 1238:
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Si hubiera podido, se habría dado una bofetada. Había dejado que sus prejuicios nublaran su juicio y casi había ofendido a un titular de tarjeta negro.
Si Allison, dada su posición en el club de golf, decidiera presentar una queja sobre él a su gerente, las consecuencias serían desastrosas.
«No es necesario. Tengo prisa ahora mismo. No necesito ningún servicio innecesario, puedo hacerlo yo misma», dijo Allison, mirando su reloj de pulsera.
Luego, entrelazó sus dedos con los de Kellan. «Entremos ahora». A pesar del retraso, el distribuidor y su equipo deberían estar allí.
Melany miró fijamente a Allison, con la expresión congelada en pura incredulidad. «¿Cómo es posible?».
Siempre había sospechado que Allison ocultaba algo, que nunca fue tan dócil y sumisa como había parecido en un principio.
¿Pero esto? Esto iba más allá de lo que Melany hubiera podido imaginar. ¿Allison había ejercido el poder durante años, había sido un miembro prestigioso del Royal Golf Club todo este tiempo?
¿Había sido una tonta en aquel entonces? ¿Por qué si no se habría casado con Colton, que estaba prácticamente en bancarrota en aquel momento?
Cuanto más lo pensaba, más se enroscaba su ira en su interior como una serpiente venenosa.
Era imposible que Allison hubiera llegado tan alto por sí sola. Era demasiado joven en aquel momento. Alguien debía haberla respaldado, tal vez algún viejo rico.
Incluso Colton se quedó momentáneamente estupefacto.
«Allison, ¿cuándo conseguiste esta tarjeta negra?».
No podía comprenderlo. Durante tres años, había visto cómo Allison se rebajaba, sufría en la casa de los Stevens sin una palabra de queja.
Sin embargo, la había tratado como si no significara nada. Una y otra vez, la había atormentado.
Había dejado ir a alguien realmente invaluable. Pero ahora era demasiado tarde para arrepentirse.
«Señor Stevens, esto ya no le concierne».
Allison no le dirigió ni una mirada. En su lugar, se volvió hacia la recepcionista, con voz tranquila y serena. —¿Podemos entrar ahora?
—¡Por supuesto! —La recepcionista activó el sistema, asintiendo educadamente—. Por favor, coloque el dedo en el escáner para la verificación.
Allison presionó la punta del dedo contra la máquina y, en un instante, una luz dorada parpadeó, confirmando su acceso.
Una pantalla mostraba una lista detallada de los servicios exclusivos a su disposición.
La mirada de Melany se clavó en ella, incapaz de apartar la vista. Este era el nivel más alto de la membresía de la tarjeta negra.
Le otorgaba a Allison acceso ilimitado a todo el campo de golf. Si lo deseaba, podía reservar todo el lugar exclusivamente para ella. Mientras Melany observaba a Allison y Kellan avanzar, uno al lado del otro, se dio cuenta de que no había tiempo que perder.
«Colton, tenemos que darnos prisa».
Melany volvió a la realidad de golpe, recordando por qué habían venido en primer lugar. Si eran demasiado lentos, asegurar el pedido sería mucho más difícil.
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