Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 1204
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1204:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Melany, sin embargo, parecía perdida en sus pensamientos.
«Si van a Vrining por negocios, interceptar ese trato podría suponer una importante recompensa».
No perdió de vista el peso de la información. Estaba a punto de informar a Colton, pero sus cavilaciones se vieron abruptamente interrumpidas por la aguda voz de Lindy que sonaba desde arriba.
«¿Dónde diablos están todos? ¡Me está matando la cabeza!».
Inmediatamente después, una serie de pasos apresurados resonaron en las escaleras, y todos los sirvientes se apresuraron a ir al dormitorio de Lindy.
—Señora, ¿quiere un analgésico? —aventuró el mayordomo con cautela, ya retirándose hacia la puerta—. Lo traeré inmediatamente.
Lindy, con la mano presionada contra la sien, le lanzó una mirada gélida.
—¿Analgésicos? ¿Cuántas veces tengo que decir que esas cosas inútiles nunca me hacen efecto?
Echó una mirada fulminante a la habitación.
—¿Y por qué estás solo tú aquí? ¿Dónde está Melany? ¡Esa chica se ha estado aprovechando de la familia Stevens sin mover un dedo!
Su irritación con Melany había estado latente durante meses, mantenida a raya solo por el embarazo. Si no fuera por el bebé, habría echado a Melany hace mucho tiempo.
El fiasco en la fiesta de cumpleaños de Fabian solo cimentó la creencia de Lindy de que Melany no podía compararse con Allison.
Durante los últimos tres años, Allison había sido la nuera perfecta: dócil, obediente y siempre complaciente. Siempre anteponía las necesidades de Lindy, ofreciéndole lo mejor de todo sin quejarse. Pero, ¿quién podría haber predicho la transformación después de su divorcio? Allison había salido de las sombras como una mujer completamente diferente: audaz y sin complejos.
El mayordomo tragó saliva y asintió tímidamente.
—Iré a buscarla ahora mismo —dijo, alejándose de la mirada de Lindy.
Cuando las migrañas de Lindy atacaban, la casa se preparaba. Ella esperaba que todos los miembros de la familia giraran a su alrededor, dejando lo que estuvieran haciendo para atender sus necesidades. Cualquiera que llegara tarde a la fiesta se enfrentaba a su ira.
El mayordomo salió corriendo, con los nervios a flor de piel.
Abajo, Melany podía oír la aguda voz de Lindy resonando por los pasillos. Puso los ojos en blanco, sabiendo exactamente lo que se avecinaba. Esta mujer solo estaba buscando a alguien a quien atacar, pensó Melany, con su irritación hirviendo bajo la superficie. Aun así, reprimió sus emociones y dio unos pasos deliberados y mesurados hacia el dormitorio de Lindy. Cuando llegó, había suavizado su expresión hasta adoptar una de fingida preocupación.
«Lindy, estoy aquí», dijo en voz baja, entrando.
Su mirada recorrió a Lindy.
La mujer no se parecía en nada a su yo habitual. Su rostro estaba pálido, su frente brillaba con sudor frío. Parecía mucho más desaliñada que su arrogante yo habitual. Cómo han caído los poderosos, pensó Melany con un destello de satisfacción: el karma en su máxima expresión.
Pero exteriormente, llevaba una máscara de preocupación.
«¿Cómo te sientes ahora?», preguntó, con una voz que rezumaba falsa compasión.
Era una pregunta que hacía siempre.
.
.
.