Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 1175
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Capítulo 1175:
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Cuando Melany se puso en pie a la fuerza, el pánico finalmente la abrumó. «¡Sr. Morgan, le juro que me obligaron a hacerlo! ¡Por favor, tiene que creerme!», suplicó desesperadamente.
Sus gritos cayeron en oídos sordos.
Los ojos de Fabian estaban llenos de desprecio mientras la miraba fijamente. «No quiero volver a verte nunca», dijo con frialdad. «Si te acercas a mí, te arrepentirás».
Su rostro estaba desprovisto de emoción, y la frialdad de su tono hizo que a Melany le recorrieran escalofríos. No eran solo sus palabras, era el frío implacable de su presencia lo que la dejaba paralizada por el miedo.
Por un momento fugaz, Melany pensó que veía los fríos ojos de Allison reflejados en la mirada de Fabian. Ambos tenían el mismo aura despiadada e insensible.
Cuando los guardias inmovilizaron a Hoyt, su pánico alcanzó su punto máximo, dejándolo aferrado a un clavo ardiendo. Se dio cuenta de que no había forma de salir de este lío.
«¡Señor Morgan, lo siento! ¡Ha sido todo culpa mía! ¡Por favor, no se lo cuente a mi padre!», suplicó con voz temblorosa.
Pero sus súplicas no sirvieron de nada. Los imponentes guardaespaldas lo silenciaron con mordazas y se los llevaron a él y a Melany fuera de la habitación.
Los invitados observaban, sacudiendo la cabeza en señal de desaprobación.
«¿Quién hubiera imaginado que esos dos estaban trabajando juntos, tramando hacerle daño a la Sra. Clarke?», murmuró uno.
«Exacto. Gracias a Dios que la Sra. Clarke es tan inteligente», respondió otro.
«Si su plan hubiera funcionado, no me atrevo ni a pensar en lo que la Sra. Clarke habría soportado esta noche», añadió alguien con tristeza.
Kellan, esforzándose por contener sus emociones, habló con voz tranquila y firme. «Allison, me siento aliviado de que estés bien», dijo en voz baja.
Ignorando las miradas de la multitud, la envolvió con fuerza en sus brazos. En el momento en que se tocaron, sintió el ritmo rápido e irregular de los latidos de su corazón. Cada golpe parecía resonar en lo más profundo de ella. Su abrazo era firme y cálido, como si estuviera tratando de fusionar sus almas.
—Estaban pasando tantas cosas que no tuve oportunidad de explicártelo todo —murmuró Allison. Lentamente levantó los brazos y le abrazó a su vez. Su cabeza descansó contra su pecho y el espacio entre ellos desapareció por completo.
—Pero no te preocupes —dijo con voz firme—. No dejaré que nadie se aproveche de mí.
—Lo sé —respondió Kellan. Aun así, le tomó la mano y entrelazó sus dedos con los de ella—. Pero no puedo evitar sentir miedo cuando pienso en ello.
Su honestidad la tomó por sorpresa, dejándola momentáneamente paralizada. Desde el momento en que se conocieron, Kellan siempre le había parecido a Allison un hombre intrépido. Sin importar la situación, parecía tranquilo y lógico. Incluso cuando sus emociones se le escapaban de las manos, rápidamente se controlaba.
Pero ahora, su voz transmitía una suavidad que ella nunca había oído antes, una vulnerabilidad cruda que se sentía profundamente personal.
«Kellan, estoy aquí contigo», dijo Allison con suavidad. Le cogió la mano con fuerza, entrelazando sus dedos. Era como si compartieran fuerza, apoyándose mutuamente en silencio.
Los invitados, al notar que la tensión había disminuido, volvieron en silencio a sus conversaciones. Con el visto bueno de Fabian, el personal invitó a renombrados pianistas y violinistas a comenzar a tocar. Cuando la música relajante llenó el aire, el baile del banquete comenzó oficialmente. Los invitados empezaron a mezclarse y a charlar con tranquilidad. Parecía como si el caos de hacía unos momentos no fuera más que un recuerdo fugaz y lejano.
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