Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 1161
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Capítulo 1161:
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Cuando la puerta del salón finalmente se abrió, las luces del interior se encendieron lentamente, iluminando la habitación.
La espalda desnuda de un hombre en el sofá captó la atención de todos los presentes, aunque la identidad de las personas permaneció oculta. De pie a poca distancia de la puerta, Melany echó un vistazo al interior, pero no pudo distinguir a los ocupantes.
Convencida de la identidad de uno de ellos, gritó con firmeza: «Allison, ¿cómo has podido comportarte así?».
Al segundo siguiente, Melany sintió una mirada tan aguda como una daga atravesar la multitud y posarse directamente sobre ella.
Había pensado que se había mezclado perfectamente en el mar de caras, pero antes de que pudiera siquiera parpadear, los ojos de Kellan se fijaron en los suyos con una precisión infalible.
«Melany», comenzó, con una voz fría como el hielo que se resquebraja en el silencio.
«Será mejor que expliques lo que quisiste decir con eso».
Con pasos deliberados y mesurados, avanzó, y Melany se sintió como un animal acorralado, con todas las vías de escape selladas.
No.
Sus ojos se llenaron de terror, sus labios se abrieron para pedir ayuda, pero el sonido nunca llegó.
El pánico pesaba sobre sus miembros, como si estuviera encadenada con cadenas de hierro, dejándola inmóvil.
Antes de que los espectadores pudieran comprender lo que estaba sucediendo, la mano de Kellan se disparó, agarrando su cuello con una fuerza inquebrantable.
Su mirada era increíblemente aterradora.
«Lo diré por última vez: la persona que está dentro no es Allison. Si algo anda mal con tus ojos y necesitas ayuda, con gusto te la daré».
Su agarre se hizo más fuerte, la amenaza en su voz era escalofriante.
Kellan había estado nervioso antes, pero ahora estaba completamente seguro de que la persona en el salón no era Allison.
El tiempo que habían pasado juntos le había enseñado a reconocerla de maneras que las palabras nunca podrían describir. Incluso el detalle más sutil, un giro del hombro, una inclinación de la cabeza, era inequívocamente suyo, y este impostor no tenía nada de eso.
«Me equivoqué…», jadeó Melany, con el rostro enrojecido.
Ya tenía marcas de dedos en el cuello. Ahora, el agarre de Kellan se apretó aún más, profundizando las marcas. El dolor la invadió como una marea implacable, dejándola empapada en sudor frío.
Estaba más allá de la razón, completamente consumido por la furia.
Fabian, que estaba cerca, dio un paso adelante, frunciendo el ceño. «Sr. Lloyd, por favor, suéltela. Aquí no se permite pelear».
Aunque su voz era tranquila, había una urgencia subyacente. Entendía la ansiedad de Kellan por Allison. «Si la Sra. Clarke no está dentro, como usted cree, no querría verle perder el control de esta manera», razonó Fabian.
Pero Kellan respondió con una risita seca y sin humor.
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