Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 1095
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1095:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Abram, sintiendo el calor del momento, intervino rápidamente: «Bueno, quiero recordarte que este banquete no es el lugar adecuado para una diseñadora plagiadora. Sra. Clarke, será mejor que se vaya antes de avergonzarse aún más».
Si Allison fuera expulsada, los rumores sobre su supuesto plagio se extenderían como la pólvora por Ontdale, convirtiéndola en el hazmerreír.
Kellan levantó lentamente la cabeza, entrecerrando los ojos mientras observaba la habitación. Con una sola mirada, Sherman y sus hombres rodearon a Abram. —Parece que has olvidado que no estamos en Vrining. En Ontdale, nadie tiene derecho a señalar a Allison. Su voz era gélida, desprovista de cualquier calidez.
«¿Y tú? Lo creas o no, puedo hacerte desaparecer cuando quiera». La imponente figura de Kellan, combinada con su actitud gélida y ascética, lo hacía parecer aún más imponente en la habitación con poca luz. Irradiaba un aire de peligro, como un depredador que rodea a su presa: frío, letal y completamente intocable.
La sala compartía un tenso silencio. La sola presencia de Kellan imponía autoridad, su reputación era suficiente para infundir miedo y mantenerlos a todos bajo control.
Era evidente para todos los presentes en la sala que, aunque las palabras de Kellan iban dirigidas a Abram, también servían como una dura advertencia para todos los presentes.
Kellan era el tipo de hombre que se había ganado una reputación que hacía temblar a cualquiera.
Hace años, circularon rumores de que una persona que se cruzaba en su camino simplemente desaparecía de Ontdale y nunca más se la volvía a ver. Tres meses después, el cuerpo mutilado de ese tipo fue descubierto flotando en mar abierto. Sanguinario y brutal: esa era la esencia de hombres como Kellan.
Fabian comprendió rápidamente el significado subyacente en la declaración de Kellan. —Sr. Lloyd, la reunión de hoy es en honor a mi cumpleaños —dijo Fabian con firmeza. Aunque no le gustaba el repentino intento de Abram de empañar la reputación de Allison, Fabian no tenía intención de permitir que nadie montara una escena en su celebración. «No perdamos el decoro aquí», dijo con calma. Años de experiencia le habían enseñado a mantener la compostura, incluso ante amenazas peligrosas. Además, no mostró ningún rastro de irritación o furia. Sabía claramente que si alguien hubiera insultado a su esposa de la misma manera, Fabian, fiel a su naturaleza, probablemente habría respondido con una ferocidad aún mayor que Kellan.
«Señora Clarke, puede quedarse», dijo Fabian, con tono mesurado. «En cuanto a estas acusaciones, sin pruebas sólidas, no pueden ser corroboradas. Así que…». Frunció ligeramente el ceño al terminar de hablar. Estaba claro que incluso Fabian encontraba la situación un poco difícil de manejar. Después de todo, investigar algo de hacía tantos años requeriría mucho tiempo y esfuerzo. Y el tiempo no estaba de su lado: solo se quedaría en Ontdale por poco tiempo.
Antes de que Fabian pudiera decir nada más, Allison dio un paso adelante. —No hay necesidad de complicar esto —dijo con confianza—. No tenemos que desenterrar pruebas antiguas. ¿Por qué no resolver esto con un concurso?». Mientras hablaba, extendió la mano y tomó suavemente la de Kellan. Allison notó que sus emociones comenzaban a descontrolarse. Su tacto pareció calmarlo, devolviéndolo al presente. «Después de todo», continuó, «el verdadero talento en el diseño siempre habla por sí mismo. Los detalles nunca mienten».
Fabian hizo una pausa, reflexionando sobre su sugerencia. Después de un momento de reflexión, Fabian asintió con firmeza. «Lo haremos así. Como hoy es mi cumpleaños, este es el plan: cada uno de vosotros creará un par de zapatos de tacón alto como homenaje a mi difunta esposa. El ganador se llevará a casa setecientos mil dólares». El anuncio de Fabian dejó a todos atónitos. Setecientos mil dólares era una cantidad que hacía llorar, suficiente para que cualquiera se detuviera en seco. Incluso Abram, que normalmente se recuperaba rápidamente, vaciló momentáneamente. La codicia brilló en su rostro, delatando sus pensamientos.
.
.
.