La Venganza de la heredera - Capítulo 72
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Capítulo 72:
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Las orejas de Wesley se sonrojaron. Sandra dio un sorbo tranquilo a su café.
«Pareces bastante desinformado», comentó, «pero ahora tenemos herramientas para eso».
«Wesley, olvídalo. No soy tu termómetro». El comentario hizo que Wesley se sonrojara.
«Tómate tu café», dijo Wesley, tratando de recuperar la compostura. «Si realmente quieres saber qué tan cálidos son tus labios, avísame la próxima vez».
Emily, al enterarse de que Vincent estaba presente, se apresuró a acercarse. «Emily».
Con una sonrisa alegre, Vincent le pidió a su asistente que le sirviera el café. El asistente la aduló.
«Por muy ocupado que esté Vincent, siempre saca tiempo para ti, Emily», dijo. Para Vincent, nada se comparaba con su hermana Emily. Por eso, el asistente la trataba con una cortesía sin igual.
Su predecesor había sido despedido por no servirle a Emily agua a la temperatura adecuada. Su adoración por ella era increíble.
Emily sonrió, con evidente calidez. «Echaba de menos a mi hermano. Espero que mi visita no te incomode en tu trabajo».
Animado por su presencia, Vincent respondió: «Eres más considerada que nadie». Sus palabras, aunque sinceras, tenían un toque de comparación, y ella no lo pasó por alto.
«¿Alguien te ha molestado hoy?», preguntó Emily, notando la tensión en su comportamiento.
Vincent, que no quería hablar de Sandra, permaneció en silencio. Sin embargo, su asistente, ansioso por desahogarse tras su reciente humillación, no pudo evitar intervenir.
«¡Es tan arrogante, incluso cuando pide ayuda!», añadió el asistente.
Emily suspiró. «Todavía me guarda rencor por haberle quitado lo que ella creía que era suyo. Pero seguimos siendo familia. Debería hablar con ella».
«Oh, Emily, ¿cómo puedes ser tan benevolente?», exclamó el asistente, casi incapaz de ocultar su desdén.
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Vincent dijo: «No vayas. No es más que una paleta ingenua».
«Pero…
«No hay ningún «pero». Vámonos».
Emily preguntó: «¿Podrías ayudarme a conseguir un autógrafo de mi actriz favorita, Vincent?».
«Por supuesto».
Cuando se marchaban, vieron que Wesley y Sandra también se iban.
Sandra se quedó sin palabras por un momento. Wesley sonrió. «Parece que estás teniendo un día bastante desafortunado».
«Solo porque he salido contigo hoy. Has arruinado mi suerte».
Wesley se sorprendió por una acusación tan inusual.
«Hola, Sandra», saludó Emily.
Sandra pensó en fingir que no había oído nada, pero la confrontación era inevitable. Suspiró con resignación y respondió con frialdad.
«No te conozco. No hay necesidad de tanta formalidad».
Sus palabras irritaron a Vincent.
«¡Emily ha sido muy amable contigo y tú eres tan grosera!».
Sandra respondió con indiferencia: «Siempre he sido así. ¿Es eso una novedad para ti?». Su tono reflejaba la indiferencia que sentía desde hacía mucho tiempo hacia la familia Hill.
Vincent era consciente de la tensión que existía entre Emily y Sandra. Creía que Emily era la parte agraviada. Para él, la prosperidad actual de Sandra se debía a la familia Hill, y especialmente a Emily, que había abogado por que la acogieran.
« «Sandra, si nos desprecias tanto, ¿por qué no rompes tus lazos con nosotros?», dijo Vincent.
Sandra respondió con sinceridad: «Te estaría eternamente agradecida si pudieras hacer eso por mí».
Vincent se burló: «Estás actuando otra vez».
«Cumple tu palabra y hazlo rápidamente, Vincent», dijo Sandra.
Emily, llorando, suplicó: «Por favor, no discutan».
Sus palabras ablandaron inmediatamente el corazón de Vincent. «Mi querida princesa, no llores».
Emily dijo: «Ojalá ustedes dos se llevaran bien. Al fin y al cabo, comparten la misma sangre».
Vincent respondió: «Las relaciones de sangre me importan poco; lo que valoro es el parentesco del alma».
Con esas palabras, protegió a Emily colocándola detrás de él. «¡Te aconsejo que mantengas la distancia y dejes de molestar a Emily!».
Sandra respondió: «Si no me hubieras bloqueado el paso, no me habría quedado. ¡Ahora, apártate!».
Vincent apretó los dientes con rabia y alejó a Emily de la escena. Emily seguía llorando, pero al pasar junto a Sandra, una sonrisa maliciosa delató su desprecio.
Tal comportamiento podría provocar a alguien de voluntad débil a una confrontación, pero Sandra no era de las que se dejaban provocar por juegos tan infantiles.
Al ver que su provocación no surtía efecto, la sonrisa de Emily se volvió maliciosa.
Sandra se dirigió a la empresa.
Un enjambre de periodistas asediaba la entrada de la empresa. Accedieron a través de un garaje seguro y tomaron el ascensor privado.
Mientras tanto, dentro de la empresa, una tensión palpable llenaba el aire. Todos los departamentos estaban nerviosos, ansiosos por no empeorar ningún problema en medio de la agitación reinante.
El departamento de confección, en particular, caminaba sobre cáscaras de huevo.
Ese día, el departamento técnico estaba igualmente ocupado. Se estaban preparando para un inminente foro tecnológico, al tiempo que se ocupaban del incidente en el departamento de confección, que había desencadenado una ola de críticas en Internet dirigidas a la empresa.
Para proteger la reputación de la empresa, se había desactivado la posibilidad de comentar en la página web oficial. Pero los ciberataques continuaban sin cesar, lo que requería una defensa vigilante por parte del departamento técnico.
Contra todo pronóstico, otra crisis se avecinaba en el horizonte.
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