La Venganza de la heredera - Capítulo 184
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 184:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«¿Solo intentabas mejorar tu relación con tu paciente?».
Sandra sonrió con torpeza. Esta razón podía parecer un poco inverosímil, pero era mejor que nada. «Sí».
Wesley:
«Me alegro de que no lo hayas malinterpretado. Nuestra relación sigue siendo pura, ¿verdad? Dejémoslo así y no volvamos a hablar del tema».
Solo fue un error que cualquier mujer podría cometer.
Quería volver a distanciarse de él.
Una pizca de tristeza brilló en los ojos de Wesley.
Cambió de tema. «¿Vas a ir al foro?».
Sandra asintió.
Gracias a Dios que por fin cambió de tema. ¡Estaba a punto de ahogarse!
«¿Pasa algo con el foro? Parecías bastante molesto».
Wesley:
Estaba molesto por ella.
Wesley cambió de humor. «Duerme en tu cama esta noche».
Ahora Sandra también estaba molesta.
«¿Por qué?
¿Quién renunciaría voluntariamente a esta cama?
Wesley dijo: «Tu baba ha arruinado tres sábanas».
Sandra:
¿No puede respetar su dignidad?
«Voy a ver qué hay para desayunar Joey».
Historias completas solo en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒ𝒶𝓷.ç0𝓂 que te atrapará
Wesley había traído el desayuno antes, pero ella no se atrevió a comerlo.
Salió corriendo como si su vida estuviera en peligro.
Al verla huir así, Wesley esbozó una sonrisa.
Era el último día de audiciones.
Charles le dio a Sandra un horario, con la esperanza de que pudiera llegar a tiempo al foro.
Sandra dijo: «Si pasa algo, llámame».
Hablando de llamadas, recordó haber recibido una cuando estaba borracha. ¿Por qué no podía recordar lo que se había dicho? Probablemente no era tan importante.
No tenía ni idea de que el Sr. Deleon estaba a punto de volverse loco.
Sandra condujo hasta el plató.
Lisa ya estaba allí. La maquilladora le estaba maquillando, haciéndola parecer más poderosa. Pero Lisa no estaba muy bien, como si dieciocho hombres la hubieran dejado exhausta.
Sandra le agarró instintivamente la muñeca y le dijo: «¡Realmente llegas a extremos!».
Lisa le puso los ojos en blanco. «Estaba en el cielo. ¿Qué sabrás tú?».
Sandra:
.
.
.