La revancha de la increíble exesposa del CEO - Capítulo 267
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 267:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
La sonrisa emocionada de Luisa se desvaneció. «¿Qué? ¿Entonces quién?».
«Tu hermano».
Luisa se quedó paralizada y su expresión cambió. «¿Zeke? ¿Te ha enviado flores y bombones?».
«Ha venido hoy… y me ha dicho que está enamorado de mí», respondió Thalassa, mirándola con atención. «Pero tú lo sabías, ¿verdad?».
Luisa exhaló lentamente y asintió. «Sí, lo sabía. Lleva mucho tiempo enamorado de ti».
Thalassa sintió que se le volvía a oprimir el pecho. «Dijo que quiere una oportunidad… para estar conmigo».
Luisa levantó rápidamente la mirada para encontrarse con la suya. «¿Y qué le dijiste?».
«Le dije la verdad», respondió Thalassa en voz baja. «Que yo no siento lo mismo por él. Pero no aceptó un no por respuesta. Sigue pensando que puede hacerme cambiar de opinión».
«Entonces, ¿por qué aceptaste sus regalos? ¿Por qué le diste falsas esperanzas, Thalassa?», preguntó Luisa con voz aguda.
Thalassa se sorprendió por el repentino cambio de tono de Luisa. —No le estoy dando falsas esperanzas. La verdad es que Zeke… es uno de los hombres más maravillosos que he conocido. Si hay alguien por quien podría enamorarme, es él.
El rostro de Luisa se tensó por la frustración. —Zeke es mi hermano, Thalassa.
Thalassa parpadeó. «¿Qué intentas decir, Luisa? ¿Que no soy lo suficientemente buena para él?».
El rostro de Luisa se suavizó y suspiró. «No, no es eso en absoluto. Eres más que suficiente para él. Sinceramente, sería maravilloso veros juntos… si realmente sintieras algo por él. Pero no es así, Thalassa. Las dos sabemos que tu corazón todavía pertenece a Kris».
Historias exclusivas en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.ç◦𝓂 antes que nadie
Thalassa abrió la boca para discutir, pero se detuvo. No podía negar que Kris aún ocupaba una gran parte de su corazón, aunque no quisiera. Pero se negaba a dejar que eso siguiera siendo su realidad.
—No todos los amores tienen que surgir de la nada —reflexionó—. Los sentimientos pueden crecer con el tiempo.
Luisa cruzó los brazos sobre el pecho y suavizó la voz. «Pueden crecer, sí. Pero ¿lo harán? Esa es la cuestión. No quiero que mi hermano sufra por algo que quizá nunca suceda».
Con eso, Luisa se dio la vuelta y se alejó lentamente.
Kris estaba sentado en la oscuridad de su ático, con la única luz procedente de las tenues farolas de la calle y el ocasional parpadeo del televisor que no se había molestado en encender.
Sostenía una botella de whisky medio vacía en la mano, con los dedos apretando el cuello con fuerza, como si fuera un cuello que quisiera estrangular. ¿El cuello de quién? No estaba seguro.
La botella tintineó contra la mesa de cristal cuando la dejó y se recostó, con los ojos pesados pero bien abiertos.
Sonó el timbre.
Miró con ira hacia la puerta, apretando la mandíbula. Quienquiera que fuera, podía dar media vuelta y marcharse. No estaba de humor para visitas, y menos aún para los vecinos falsamente amables que habían venido antes para ofrecerle sus «condolencias», cuando él sabía que solo estaban allí para conseguir alguna primicia que filtrar a la prensa.
.
.
.