La Novia Fugitiva y el Magnate Misterioso - Capítulo 72
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Capítulo 72:
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No hubo respuesta del otro lado, así que las mujeres se quedaron afuera por un rato antes de que la puerta se abriera desde adentro. Entonces apareció un hombre de traje con una expresión fría e indiferente en su rostro.
«Él es el secretario del Señor Reyes, Emmitt Boyd», le dijo Brea a Celia.
Emmitt solo miró a la última, y luego le dijo a la otra: «Señorita Duffy, por favor, pase».
«¿Qué tanto hacías allí adentro? Hemos estado esperando aquí por mucho», dijo Brea en un tono de queja aunque en voz baja.
Luego agarró el brazo de Celia y estuvo a punto de entrar a la oficina con ella cuando inesperadamente el secretario detuvo a esta. Sin emociones pero cortésmente dijo: «El señor presidente autorizó que solo entrara usted, Señorita Duffy. En cuanto a esta señorita, me temo que tendrá que esperar afuera».
El rostro de Brea se oscureció en el acto.
“Pero ella es la diseñadora que contraté personalmente, y ya que es una nueva empleada en la empresa, ¿No es normal que la lleve a conocer al jefe?».
Con una actitud cortés y alienada, Emmitt refutó: «El presidente verificará la información de la nueva empleada después, pero por el momento, solo usted fue invitada a entrar, Señorita Duffy».
Incrédula, Brea soltó un bufido burlón. Al ver que la mujer estaba a punto de crear problemas, Celia intervino de inmediato, «Está bien. Esperaré afuera. No pierdas los estribos por algo tan insignificante».
Ante su actitud comprensiva, la otra tampoco se atrevió a montar una escena, en cambio, se disculpó con ella, «Lo siento. Es solo que el Señor Reyes tiene un temperamento extraño».
Sacudiendo la cabeza con una sonrisa, Celia dijo: «De veras no importa».
Entonces observó a los dos entrar en la oficina. Mientras esperaba afuera sola, observó los muebles circundantes solo para maravillarse ante ellos.
Su reputación de ser una empresa muy rica definitivamente parecía ser cierta, pues los adornos eran casualmente todos de colecciones preciosas que solo había visto en las revistas, y no solo eran caros, sino también muy artísticos; se podía decir que el Señor Reyes tenía un buen gusto estético.
Dentro de la oficina, el legendario Señor Reyes, el presidente del Grupo Semshy, quien también se hacía llamar Tyson, estaba sentado en una silla y revisando la situación del mercado de valores, y no se dio la vuelta hasta que escuchó el sonido de Brea entrando. Él la miró inexpresivo.
No obstante, el aura de frialdad que irradiaba de él hizo temblar a Brea, e inmediatamente su mal humor se desvaneció siendo reemplazado por una sonrisa.
«Hola, Señor Reyes».
«Toma asiento», dijo Tyson al tiempo que señalaba el sofá.
Tan pronto como la mujer se sentó, él hizo un comentario.
“Has sido muy popular recientemente. Es raro que estés en los temas tendencia».
«Oh, ¿Viste?», preguntó ella animada y enseguida comenzó a hablar con alegría.
“Todo es mérito de una diseñadora que contraté recientemente. Es muy buena creando vestidos, y a diferencia de otros diseñadores que solo pueden dibujar, ella también es buena trabajando la ropa con sus manos», soltó sin ninguna reserva. Al ver que Tyson parecía estar prestándole real atención, preguntó con cautela: «Está justo allí afuera ahora. ¿Quieres conocerla, Señor Reyes?».
«No es necesario», dijo él en el acto.
Brea se sintió un poco sorprendida por su rotundo rechazo, y no pudo evitar criticar en su corazón, ‘¡Qué distante y poco sociable es este hombre!’.
Luego pensó que él se lo perdía ya que además Celia era una mujer muy hermosa. Con el temperamento de ese hombre, ella realmente no sabía a qué tipo de mujer le gustaría de verdad.
Tyson no dijo una palabra, y tras encender la computadora, abrió la base de datos de información de sus empleados y buscó el nombre de Cerissa Kane.
Sin embargo y para su sorpresa, no pudo encontrarla.
Frunciendo el ceño confundido, trató de confirmar si había ingresado mal el nombre e intentó buscar de nuevo, pero no importaba cuántas veces lo hiciera, el resultado era el mismo.
Eso fue algo tan interesante como extraño, y su sospecha sobre la verdadera identidad de su esposa, con quien se acababa de casar, volvió a surgir.
Él comenzó a eliminar el nombre de Cerissa una letra a la vez, y cuando solo quedaba «Ce», el nombre «Celia Kane» apareció repentinamente en la lista de sugerencias, atrayendo su atención.
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