La Luna de Miel - Capítulo 94
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Capítulo 94:
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Raúl miró a Milton y dijo: «Además, he descubierto que Greyson y Candice están casados. Ella incluso vive en su casa de Starsea Street. No puede ser un error. ¿Cuál es tu próximo movimiento, Milton?».
Raúl conocía bien la tendencia impulsiva de Milton. Se preguntó si Milton iba a hacer alguna locura.
Mientras Milton se hundía en su silla, miró fijamente por la ventana, perdido en sus pensamientos. Más allá de la ventana, las luces de la calle parpadeaban en la distancia.
Milton arrugó los documentos que tenía en la mano distraídamente.
¿Qué había pasado entre Candice y Greyson?
De repente, se acordó de Starsea Street. Recordó haber dejado allí a Candice una vez. Por eso no quería que aparcara delante del edificio correcto.
Sin que Milton dijera nada, Raúl se preocupó.
—¿En qué piensas? Esta situación requiere precaución. No podemos cruzar ciertos límites.
—¿Límites? —Milton se burló de la palabra. No le importaban un comino los límites.
—¿Qué sabes de Greyson? —preguntó Milton.
La confusión se reflejó en el rostro de Raúl. —¿Por qué me lo preguntas? ¿No estabas en la misma habitación que él?
Con el ceño fruncido, Milton respondió: —Ya sabes, rara vez me quedaba en mi habitación. La mayor parte del tiempo estaba en otro país. Apenas tuve oportunidad de conocerlo.
Tras una breve pausa, Raúl tomó la palabra. —Greyson siempre fue un solitario en aquella época. Solo Brooks Glyn parecía tener buena relación con él. Greyson era un estudiante excepcional y se mantenía al margen la mayor parte del tiempo. No sé mucho sobre él. Hablando de Brooks, ¿te acuerdas de él? Fue admitido en el instituto Wilmint gracias a su excepcional rendimiento académico, a pesar de provenir de una familia con pocos recursos económicos.
«No lo recuerdo», respondió Milton, sacudiendo la cabeza.
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Raúl le lanzó una mirada de reojo y dijo: «No me extraña. Siempre has sido muy arrogante. ¿Cómo ibas a recordar a alguien como Brooks? Brooks es el asistente especial de Greyson».
Milton respondió: «¿Y qué?».
«En realidad, nada. Es solo que Brooks es la persona que más desprecio. De hecho, discutíamos cada vez que nos veíamos. No lo soportaba. Quizá sea porque tiene una buena relación con Greyson. Nunca me gustó en el instituto. Era demasiado engreído por sus resultados académicos. Si hubieras ido a los exámenes, Brooks quizá no habría quedado primero todas las veces. Es culpa tuya, Milton. ¿Cómo puede ser tan arrogante?».
Cuanto más hablaba Raúl, más se enfadaba.
Mirando a Raúl, Milton replicó: «Si lo despreciabas, deberías haberte esforzado más en los estudios».
Raúl se quedó sin palabras. Milton tenía razón.
«¡Olvídalo!», murmuró Raúl, nervioso.
Milton preguntó entonces: «¿Cómo se conocieron Candice y Greyson? ¿Fue porque ambos se graduaron en la Universidad de Ploville?».
«No lo sé», respondió Raúl encogiéndose de hombros. «Quizá sus padres se conocían. Al fin y al cabo, ambos tienen negocios relacionados con la medicina y la biotecnología».
Con una mano en la barbilla, Milton exhaló profundamente. Le dolía el corazón al pensar en la muerte de los padres de Candice, en la quiebra de su familia y en que ella se había quedado sola e indefensa.
«¡Maldita sea! No puedo averiguar quién te hizo eso a tus espaldas aquella noche», dijo con evidente frustración. «Tú también eres una víctima».
Raúl dio una patada a la mesa con rabia, ya que no tenía otra forma de descargar sus emociones.
«Demostraremos tu inocencia en cuanto descubramos la verdad».
«Ya no importa», respondió Milton con indiferencia.
«Entonces, ¿qué te importa?», preguntó Raúl sorprendido.
«La obligaré a divorciarse y a casarse conmigo», dijo Milton mientras tiraba los documentos sobre la mesa y cruzaba sus delgadas piernas sobre el escritorio.
Sin palabras, Raúl se quedó paralizado, incapaz de encontrar palabras para responder. Por un momento, se preguntó si había oído mal, pero la expresión seria de Milton dejaba claro que hablaba en serio.
Era evidente que no le importaban las consecuencias y que estaba dispuesto a llegar a cualquier extremo para conseguir lo que quería, sin importarle el impacto que pudiera tener en los demás.
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