La Luna de Miel - Capítulo 573
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Capítulo 573:
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Milton la agarró de la muñeca y le dijo: «No tienes que fingir ser fuerte delante de mí».
Candice esbozó una sonrisa forzada. Era precisamente porque estaba delante de él por lo que necesitaba parecer más fuerte.
Ignorando su súplica, le quitó la mano e insistió en entrar en el guardarropa para cambiarse de ropa.
Al cabo de un rato, salió con un traje negro profesional, que le daba un aire competente y enérgico. Para disimular su palidez, se aplicó una capa de base de maquillaje y un poco de brillo de labios.
Cuando salió, Milton la examinó de arriba abajo.
Inmediatamente se dio cuenta de que se había maquillado ligeramente. Candice rara vez se molestaba en arreglarse, y mucho menos en maquillarse. De repente, recordó la primera vez que la vio en Royal Garden Corporation. En aquel momento solo la conocía como Candy. Entonces, ella había chocado accidentalmente con él, manchándole el traje con maquillaje.
Ahora entendía que también había usado maquillaje para ocultar su palidez en aquel momento.
Le dolió el corazón.
Candice pasó junto a Milton y le echó un vistazo. —Quiero saber cómo conseguiste entrar en mi villa ayer.
—Usé la contraseña —dijo Milton.
—Eso es imposible. La cambié. No es la antigua. No hay forma de que la supieras. —Candice no se creyó su explicación en absoluto.
Al oír esto, frunció el ceño y se enfadó. ¿Cómo había podido cambiar la contraseña? ¿No tenía miedo de olvidarla como antes? ¿La había cambiado por precaución, por si acaso? Bueno, por suerte, tenía un plan B.
«¿No vas al bufete? Yo también voy a volver a Royal Garden Corporation. Te llevo. El coche está aparcado cerca. Yo voy delante. Espérame en la acera, no hace falta que cruces la calle». Dicho esto, se dio la vuelta y se alejó con paso rápido.
Candice se quedó sin palabras.
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¿Estaba evitando deliberadamente hablar del tema? Ella había cambiado la contraseña y su huella no estaba registrada en la biblioteca de huellas dactilares. ¿Cómo había conseguido acceder?
¡Maldita sea! Candice dio una patada al suelo con rabia. Se había tomado la libertad de entrar y salir como si fuera su casa.
Al poco rato, Candice llegó al bufete.
Todo transcurrió con normalidad. Nadie sabía nada de lo que había pasado el día anterior. Se saludaron educadamente.
De camino allí, había oído a Milton hacer una llamada para pedir comida a domicilio.
Al llegar a su oficina, encontró una bonita fiambrera sobre su escritorio. Abrió la fiambrera, cogió el tenedor y encendió el ordenador.
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