La Luna de Miel - Capítulo 475
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Capítulo 475:
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Se decidió por un traje negro, acorde con la imagen de una abogada profesional y digna.
Después de cambiarse, se miró en el espejo.
Aunque tenía buen aspecto, sentía que su estado físico no era tan bueno como antes del aborto espontáneo. No podía quitarse de encima la persistente sensación de ahogo y el dolor en el pecho, a pesar de haberse cuidado mucho durante la recuperación. El cansancio también persistía.
Candice se preguntó si estos síntomas estarían relacionados.
Se apoyó en la mesa, sintiendo que su corazón latía de forma irregular y una creciente incomodidad en su interior.
Candice respiró profundamente varias veces, recomponiéndose antes de volver a mirar su reflejo en el espejo. Se dio cuenta de que las marcas rojas en su cuello desnudo, resultado del acto sexual del día anterior, aún eran visibles. Frunciendo el ceño, se dio cuenta de que si Bettina las veía, seguramente le haría preguntas.
Para taparlas, Candice abrió el cajón y buscó un pañuelo de seda. Al cabo de un momento, encontró uno blanco y negro que combinaba con su traje negro.
Cogió un bolso negro y se dispuso a salir hacia el bufete, con la intención de pedir algo de comer por el camino.
Salió de la villa y cerró la puerta tras de sí, respirando el aire fresco del otoño.
Mientras observaba los alrededores, se fijó en las nuevas villas que se estaban construyendo y en los lagos artificiales que se estaban excavando en el parque.
El futuro de esta privilegiada ubicación en el centro de la ciudad parecía prometedor, con villas privadas que contaban con muchas comodidades y un parque. Candice se preguntó si Milton podría sacar provecho de un proyecto inmobiliario así, pero rápidamente descartó la idea, dándose cuenta de que debía de estar perdiendo mucho dinero.
Sacudió la cabeza, apartando esos pensamientos innecesarios.
Mientras caminaba por la carretera, vio a una mujer vestida con traje de chaqueta parada al borde de la carretera, mirando a su alrededor y utilizando su teléfono móvil para localizarse. Algo en la espalda de la mujer le resultaba familiar a Candice. Con solo mirarla, supo que estaba perdida.
Esta zona aún estaba en construcción y había cambiado por completo con respecto a antes. ¿Qué hacía allí esa mujer?
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Candice se acercó y le preguntó: «Disculpe, ¿dónde quiere ir? Quizá pueda ayudarla».
Habiendo pasado la mayor parte de su vida en este lugar, Candice conocía muy bien sus calles y callejones, incluso aunque la zona hubiera cambiado.
«Estoy buscando una villa en concreto», respondió la mujer, dándose la vuelta con el teléfono en la mano. Candice se quedó impresionada por su rostro y su voz.
¡Era Erica!
Erica se quedó igualmente sorprendida al ver a Candice y, durante un momento, se quedaron allí de pie, contemplándose mutuamente.
Había pasado un mes desde la caída de Candice en la fiesta de cumpleaños de la esposa del embajador.
Durante ese tiempo, Candice no había visto a Erica. No había hecho ningún esfuerzo por pedirle responsabilidades y no sabía cómo enfrentarse a ella.
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