La Luna de Miel - Capítulo 465
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Capítulo 465:
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Estaba claro que estaba loco. La realidad era muy diferente de lo que ella esperaba.
Se trataba de un individuo muy hábil, al que nadie podía entender, anticipar ni comprender.
Nerviosa, se llevó la mano al cuello. ¿Qué podía hacer, aun sabiendo que la amenaza estaba ahí? El yate navegaba por su cuenta. Una vez que llegara a mar abierto, se detendría inevitablemente. ¿Cómo podría escapar?
Se contuvo para no respirar profundamente. Milton le agarró las muñecas y se las sujetó por encima de la cabeza, impidiéndole bajar la barbilla para evitarlo.
Como el maníaco que era, le pidió su opinión. —¿Quieres que te ate para que dejes de resistirte, o prefieres que lo hagamos de la manera fácil? No tengo intención de hacerte daño. ¿Qué vas a hacer?
Candice lo miró completamente conmocionada. ¿Qué demonios quería decir con eso?
Prácticamente le estaba preguntando si consentiría voluntariamente que la violara. ¿Había alguna diferencia real? Se sintió obligada a responder a su pregunta. Su razonamiento era tan exasperante como siempre.
Sentía una vergüenza terrible. Su temperatura corporal aumentó gradualmente mientras miraba fijamente sus ojos ardientes.
—¡Déjame en paz! ¿Quieres volver a ser un acusado? —susurró con dureza.
«¡Como retiraste voluntariamente la demanda, no puedes volver a presentarla con la misma reclamación!», replicó Milton sin emoción.
Al darse cuenta de que él había estudiado bien la ley, Candice se quedó sin palabras.
La paciencia de Milton se había agotado. Se quitó el cinturón y se preparó para atarla.
Los hermosos ojos de Candice se abrieron de par en par mientras decía: «¡No!».
Incluso ahora, el recuerdo de la última vez que la ató a la cabecera de la cama estaba muy vivo en su mente. No quería volver a pasar por eso.
En cuanto dijo que no, Milton se inclinó y la besó de forma brusca y enérgica. Sin previo aviso, le puso la mano en la nuca y la empujó contra la mullida cama. Lo tomó como un consentimiento.
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Los ojos de Candice se abrieron de par en par por la sorpresa. No opuso resistencia. Después de tanto tiempo con él, se dio cuenta de que no servía de nada resistirse.
Su cuerpo ardiente se presionó contra el de ella, con los labios y la lengua llenos de lujuria. Ella dejó que la besara en silencio y cerró los ojos lentamente.
Milton estaba fuera de control en todos los sentidos. Le arrancó la ropa y la tiró al suelo.
Había perdido casi por completo la razón. Su único objetivo era estar con ella. Llevaba demasiado tiempo perdido en sus sueños, esperando que ella lo aceptara de buena gana. Pero hoy, su apatía y sus intentos por distanciarse habían destrozado su última pizca de cordura.
Tenía que actuar de inmediato. Había perdido trágicamente a su hija.
Podía volver a dejarla embarazada fácilmente.
No podía estar más claro.
La besó salvajemente, enredándose con ella, sin dejarle espacio para resistirse. La intensidad parecía consumirla por completo.
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