La Luna de Miel - Capítulo 461
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Capítulo 461:
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—Señor López… —dijo Candice en voz baja.
Milton la miró sorprendido. ¿Por qué se dirigía a él de forma tan formal? ¿Y por qué se mostraba tan distante? Milton se sintió sofocado.
La rabia se apoderó de Milton y, de repente, atrajo a Candice hacia sí. Estaba tan cerca que ella podía sentir el calor de su aliento en la mejilla.
—¿Cómo me acabas de llamar? ¿Cómo te atreves a llamarme así? Si sigues llamándome así, tendré que besarte hasta que no puedas evitar detenerme. Aunque Milton podía tolerar sus acusaciones, su odio, sus golpes y sus regaños, no podía soportar que ella se distanciara deliberadamente de él.
Los ojos de Candice brillaron. Había pasado un mes entero antes de que finalmente pudiera enfrentarse a él.
Pero aún tenía que calmarse, al darse cuenta de lo cerca que estaba él.
Evitó darle una respuesta directa.
Quizás temía molestarlo. Él ya la había besado una vez en el tribunal. No quería revivir ese momento.
Él le rodeó la delgada cintura con las manos y la atrajo hacia sí. Su cintura estaba ahora más delgada que antes.
—¿Por qué? —preguntó él.
Candice sabía que se refería a por qué había decidido retirar la demanda.
Ella respondió en voz baja: —Simplemente porque una vez me salvaste. Aquella noche, mientras comíamos en un puesto de comida al borde de la carretera, mencionaste casualmente que habías visto a un grupo de matones golpear y patear a una mujer con una bolsa negra en la cabeza en el sur de la ciudad.
La noticia dejó a Milton atónito por un momento. Luego recordó que ella le había preguntado los detalles en ese momento.
—¿Eras… eras tú esa mujer?
—Sí, era yo. Eso sucedió el día después de mi boda. Madilyn contrató a unos criminales para que me mataran. Por casualidad, tú pasaste por allí. Oí tus pasos y grité pidiendo ayuda. Gracias a ti, Madilyn no consiguió matarme. No dijiste nada en todo momento. La bolsa negra me cubría la cara, así que no te vi. Acabas con todos ellos. Solo te vi la espalda después de cortar las cuerdas y quitarme la bolsa».
Los finos labios de Milton se crisparon. Cuando salvó a aquella mujer aquella noche, no tenía ni idea de que se trataba de Candice.
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Estaba rodeado por una turba de matones y no pudo escapar hasta que acabó con ellos. La salvó, pero no quería que ella lo viera. En cuanto la vio cortar las cuerdas, se marchó.
Por casualidad, había terminado ayudando a Candice sin saberlo hasta ese momento.
Ella lo miró y dijo: «En ese momento estaba agotada física y mentalmente, completamente indefensa para resistir y desesperada. Me rescataste de las profundidades de la desesperanza. Cuando me enteré, quise desestimar el caso lo antes posible».
Al oír sus palabras, Milton frunció los labios y permaneció en silencio.
Era cierto. El juez Fletcher había dicho que la solicitud para desestimar el caso estaba preparada desde hacía más de un mes, pero no se había presentado hasta ahora.
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