La Luna de Miel - Capítulo 411
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Capítulo 411:
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No quería escuchar los intentos de Greyson por consolarla. Todo le parecía sin sentido. Su mente era un caos.
Como ella no decía nada, Greyson siguió intentando convencerla. «No estés triste», le dijo.
Antes de que pudiera terminar, Candice replicó con frialdad: «No era tu hijo, así que ahórrate tus lágrimas de cocodrilo».
Los ojos de Greyson brillaron con una mirada severa, pero contuvo su frustración y dijo: «Candice, el bebé se ha ido. Tienes que afrontar la verdad».
Hizo una pausa y extendió la mano para tocarle el brazo a través de la colcha. «Lo he pensado bien. El pasado es el pasado. Sé que te hice daño antes. No sabía nada del plan de Rachel y Madilyn para tenderte una trampa en nuestra noche de bodas. No fue culpa tuya. No quiero discutir contigo por nada. Puedo olvidar todo esto y fingir que nunca pasó. Estoy dispuesto a compensarte. La familia Harman castigará a Rachel por sus actos. Nunca volverá a hacerte daño.
Vuelve conmigo, Candice. Casémonos de nuevo».
Tomándole la mano, Greyson esperaba que ella aceptara.
«Esta noche, en la fiesta de cumpleaños de la esposa del embajador, todos sabían que te habían hecho daño. Te compensaré. Nos casaremos de nuevo y me aseguraré de que nadie vuelva a hablar mal de ti. Te lo prometo».
Candice se volvió hacia Greyson y lo miró con expresión seria.
Era la primera vez que le oía decir palabras tan sinceras. Parecía que realmente sentía lo que decía.
Sin embargo, sus palabras ya no tenían ningún peso para ella.
Lo miró con una mirada fría y decidida y apartó la mano de la de él.
Luego dijo: —Greyson, no creo que hayas dejado los documentos del divorcio en la residencia de la familia Harman. No están en tu apartamento. Si no me equivoco, están en tu oficina. Los guardas en tu caja fuerte, ¿verdad?
Greyson se detuvo, con el rostro lleno de confusión.
No entendía a qué se refería ella.
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Candice dejó claras sus intenciones y le explicó: «Después de esta noche, todo el mundo sabrá que nos hemos divorciado. No hay necesidad de seguir ocultándolo. Ve a tu oficina y tráeme uno de los documentos del divorcio. Te estaré esperando aquí».
Greyson no esperaba que Candice le pidiera la sentencia de divorcio tan pronto después de la operación.
No podía creer que la sentencia le importara más que su salud. Parecía incluso que le importaba más que lo que les había pasado a Madilyn y Rachel.
¿En qué estaba pensando?
Frunciendo sus finos labios, Greyson guardó silencio y miró hacia otro lado con aire hosco.
Mientras tanto, Candice sentía un dolor insoportable en todo el cuerpo al desaparecer el efecto de la anestesia.
Aguantó el dolor y le instó: —¡Sr. Harman, tráigamelo, por favor! Sé que no los ha roto. No sirve de nada mentirme. Lo necesito para esta noche.
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