La Luna de Miel - Capítulo 395
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Capítulo 395:
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No tenía por qué preocuparse por lo que pensaran los demás.
Al fin y al cabo, cada uno tenía que valerse por sí mismo.
La lluvia seguía cayendo y los truenos retumbaban con fuerza en la distancia.
Fuera del salón de banquetes del Hotel Gold Well, entre cuarenta y cincuenta escalones de mármol brillaban en la noche, empapados por la lluvia.
Los árboles en la distancia se balanceaban peligrosamente y la lluvia había creado una espesa niebla blanca que cubría el suelo.
Candice se dio cuenta de que había olvidado traer un paraguas y estaba a punto de volver al hotel para pedir uno prestado cuando alguien la llamó por su nombre desde atrás. «¿Candice?».
La voz pertenecía a Erica, pero había un tono de incertidumbre en ella.
Candice se dio la vuelta y se sorprendió al ver a Erica allí de pie.
Parecía ansiosa, como si la hubiera estado buscando.
Oír a Erica llamarla por su nombre por primera vez le resultó extraño.
Hasta esa noche, Erica solo la conocía como Candy, la abogada. Milton se las había presentado así, pero tras el incidente de esa noche, estaba claro que Erica había descubierto su verdadera identidad.
Candice la saludó educadamente. —Señora López, ¿puedo ayudarla en algo?
Erica dio un paso hacia ella y Candice notó que se tambaleaba, completamente diferente a como estaba cuando se había enfrentado airadamente a Rachel.
De repente, Erica agarró a Candice por el brazo, como si no pudiera ver claramente lo que tenía delante.
Su voz era hueca y soñadora. «Tú, tú eres la hija de Corrine Blake, ¿verdad?».
Al oír a Erica pronunciar el nombre de su madre, Candice se quedó clavada en el sitio.
Estudió el rostro de Erica, marcado por el peso de un pasado doloroso. La mujer parecía demacrada.
«Sí», respondió Candice con cautela. «¿Conocías a mi madre?».
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Ante esta revelación, Erica se tambaleó. Temblaba, apenas capaz de mantenerse en pie. Candice era realmente la hija de Corrine.
Erica se tambaleó, a punto de caer.
Candice se apresuró a sostenerla.
La preocupación se reflejaba en su voz. —¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve al salón de banquetes para que descanses?
Candice frunció el ceño, desconcertada por la extraña reacción de Erica.
¿Había habido algún conflicto entre su madre y Erica? ¿Qué podía provocar tal respuesta en Erica al conocer el linaje de Candice?
Erica intentó desesperadamente mantener el equilibrio. Su mente estaba confusa. Su visión se nublaba lentamente.
En respuesta a las preguntas de Candice, murmuró: «¡Dios mío! ¡Dios mío!».
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