La Luna de Miel - Capítulo 338
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Capítulo 338:
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«¿Qué estoy tratando de hacer? Solo intento evitar que te inclines ante ellos», respondió Milton con indiferencia mientras finalmente soltaba a Candice.
Candice se quedó atónita por su respuesta. No era de extrañar que la hubiera estado reprimiendo.
«¿Por qué? Aunque no trabajo con ellos, siguen siendo mis mayores», preguntó confundida.
Milton se burló: «¿Y qué si son mayores? Esta es mi empresa. Este lugar me pertenece. Tú vas a ser mi futura esposa. Son ellos los que deberían inclinarse ante ti. Así que ya ves, no hay motivo para que te inclines. Debemos conocer nuestra identidad y nuestra posición».
Candice se quedó sin palabras.
Mientras miraba a Milton, se quedó en silencio, conmocionada hasta lo más profundo.
A pesar de sus dudas sobre las palabras de Milton, sus emociones se vieron sumidas en el caos una vez más.
Se levantó bruscamente. —¡Estás diciendo tonterías!
Sin decir nada más, salió corriendo de la sala de conferencias. Su corazón latía con fuerza y su cabeza ardía. Corrió a ciegas, sin prestar atención al camino, desesperada por escapar del hombre que la había conmovido tan profundamente.
Milton había vuelto a perturbar su corazón, creando olas enormes que no podía contener. De repente, chocó con alguien.
El hombre que tenía delante tenía un pecho amplio y sólido, era alto y vestía zapatos de cuero hechos a medida y un traje gris impecable. La sujetó con firmeza para evitar que cayera.
—Lo siento.
Candice levantó la cabeza y se sorprendió al ver quién estaba delante de ella.
Era Bart.
El único ausente en la reunión sobre la oferta ficticia de antes y el actual vicepresidente de Royal Garden Corporation.
No era la primera vez que Candice veía a Bart.
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Llevaba gafas de montura negra, tenía unos ojos brillantes y decididos y unas cejas bonitas, lo que le daba un aire caballeroso. Pero ahora, tan cerca de él, percibía una energía rebelde que emanaba de él, sobre todo cuando le dirigía una sonrisa significativa, como si ocultara algo.
Pero aún más llamativo era el ligero aroma que desprendía Bart.
Uno que a Candice le resultaba familiar.
Tenía que haberlo olido en algún sitio.
El aroma le provocó una profunda sensación de familiaridad, pero Candice no conseguía recordar dónde lo había olido antes.
—No te preocupes. ¿Qué te trae por aquí? —preguntó Bart cortésmente, ofreciéndole las manos para que se mantuviera en pie.
De repente, Candice sintió una sensación de cautela. No sabía qué había pasado entre Bart y Bettina, así que rápidamente se apartó de él.
El hombre que tenía delante no era un individuo cualquiera, sobre todo teniendo en cuenta el daño que le había causado a Bettina.
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