La Luna de Miel - Capítulo 287
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Capítulo 287:
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Milton aclaró: «Es un asunto personal de mi madre. No tiene nada que ver con el grupo. Ella no quiere que el grupo lo sepa. Me pidió específicamente que consultara con usted, diciendo que solo confía en usted».
A Candice le pareció extraño. ¿Por qué su madre le preguntaba a ella sobre un asunto así?
Sin embargo, el hecho de que Erica confiara en ella hizo que Candice se sintiera bien por dentro.
Candice le explicó muchas cosas a Milton, así que pensó que no estaría de más darle una conclusión.
«Mira, hay un riesgo evidente. No creo que firmar el contrato sea una buena idea», dijo. «Si no hay nada más, voy a colgar».
Sin esperar la respuesta de Milton, Candice terminó la videollamada abruptamente y dejó el teléfono a un lado.
Sintiéndose un poco irritada, Candice se preguntó si era una adicta al trabajo. ¿Por qué tenía que responder a sus preguntas?
¿Y cómo podía cambiar de tema tan fácilmente sin siquiera mencionar el collar? Los acontecimientos de esa mañana eran un completo desastre en su mente.
Candice no quería entrar en el tema, ya que aún no habían rescindido el contrato de abogada personal. Se tranquilizó a sí misma pensando que su responsabilidad era solo el trabajo.
Mientras se tocaba el cuello, Candice se preguntó qué haría si no pudiera quitarse el maldito collar.
Abrió el cajón y cogió un pequeño espejo para inspeccionarlo. No era una persona a la que le gustara llevar joyas habitualmente, por lo que llevar una pieza tan ostentosa le parecía fuera de lugar.
Pero no podía negar que el collar era muy elegante y combinaba perfectamente con su atuendo. Le quedaba muy bien.
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A pesar de la arrogancia y la exigencia de Milton, Candice tenía que admitir que tenía buen gusto a la hora de elegir cosas.
Candice siguió trabajando. Redactó una acusación y organizó algunos documentos.
Últimamente habían surgido varios casos importantes, así que marcó los artículos legales pertinentes para estar mejor preparada para las audiencias.
Hacia las diez, alguien llamó a la puerta de su despacho.
—Adelante —dijo Candice sin levantar la vista, profundamente concentrada en su trabajo.
—Hola, Candy. Siento interrumpir, pero creo que deberías salir un momento. Hay unas personas en recepción que exigen verte y no están precisamente muy educadas —explicó la recepcionista con ansiedad.
Al oír esto, Candice cerró el expediente que tenía delante. Frunciendo el ceño, se preguntó quiénes podrían ser esas personas. ¿Quién vendría a su bufete a causar problemas?
No era de extrañar que hubiera oído algo de ruido fuera antes. Pero tenía tanto trabajo que decidió concentrarse en lugar de ir a ver qué pasaba. No esperaba que el alboroto tuviera nada que ver con ella.
Se levantó y salió al vestíbulo.
Madilyn y Rachel estaban allí, esperándola.
Cuando Candice las vio, se puso lívida.
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