La Luna de Miel - Capítulo 275
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Capítulo 275:
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Rápidamente llamó a Bettina para pedirle ayuda.
—Hola, Betty. ¿Puedes pedirle a tu hermano que me envíe el contrato de alquiler del apartamento? Lo necesito ahora mismo.
—El caso es que he olvidado mi nueva contraseña y necesito que alguien me abra la puerta. Estaré esperando tu llamada.
Candice colgó y esperó ansiosa la respuesta de Bettina.
Mientras tanto, Milton ya había abierto la puerta del apartamento de Raúl. Se quedó allí, sosteniendo la puerta abierta para Candice, y le hizo un gesto para que entrara.
—Entra y espera.
Candice dudó, se apoyó contra la pared y negó con la cabeza. —No, gracias.
No quería entrar. Estar sola con Milton en el apartamento no le parecía una buena idea.
Milton abrió la boca para decir algo, pero en ese momento sonó el teléfono de Candice.
Era Bettina. Candice respondió rápidamente.
«Hola, Betty. ¿Has enviado el contrato a mi correo electrónico?».
La respuesta de Bettina no fue la que Candice esperaba.
«No, lo siento. No he podido localizar a mi hermano. Está de viaje de negocios en el extranjero y tiene el teléfono apagado. Le he dejado un mensaje, pero no podrá enviarte el contrato hasta mañana a las 7 de la mañana, hora nuestra».
Candice se sintió nerviosa. «¿Qué? ¿Tengo que esperar hasta mañana por la mañana? ¿No puedo irme a casa esta noche? ¿Qué hago?», exclamó.
Bettina fue directa al grano. «No te preocupes. Quédate con tú-sabes-quién. Él vive en tu apartamento y tú vives en el suyo. Es lo mismo, ¿no? Adiós. Nos vemos mañana».
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Candice se quedó atónita.
¿Cómo podía ser eso lo mismo?
Estaba a punto de sugerir quedarse en casa de Bettina esa noche, pero Bettina ya había colgado.
Milton pudo reconstruir más o menos lo que había pasado y volvió a ofrecerle: «Como has olvidado la contraseña, puedes quedarte aquí esta noche».
Candice levantó la cabeza y lo miró a los ojos. No podía descifrar su expresión y se sintió incómoda.
Sin pensarlo, Candice negó con la cabeza. «No, me quedaré en un hotel esta noche».
Milton arqueó una ceja, con aire relajado y los brazos cruzados. «¿Llevas dinero en efectivo o una tarjeta bancaria?».
Esa mañana, Candice se había apresurado a cambiarse y había salido corriendo. Llevaba el teléfono, pero no el bolso. Milton no creía que llevara dinero en efectivo ni una tarjeta bancaria.
Atónita, Candice se registró los bolsillos. Efectivamente, no llevaba dinero en efectivo. Solo había pensado en comer algo rápido cerca de allí, no en jugar al golf por la tarde y, desde luego, no en olvidarse del código de su apartamento.
Milton señaló la casa de Raúl y le hizo una tercera invitación.
—Entremos.
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